Vi el nacimiento de Jesucristo anunciado a los Reyes Magos. He visto a Mensor y a Sair: estaban en el país del primero y observaban los astros, después de haber hecho los preparativos del viaje observaban la estrella de Jacob desde lo alto de una torre piramidal. Esta estrella tenia una cola que se dilató ante sus ojos y vieron a una Virgen brillante, delante de la cual, en medio del aire, se veía un Niño luminoso. Al lado derecho del Niño brotó una rama, en cuya extremidad apareció, como una flor, una pequeña torre con varias entradas que acabó por transformarse en ciudad. Inmediatamente después de esta aparición los dos Reyes, que vivían más hacia el oriente, a dos días de viaje, tuyo igual aparición, a la misma hora, y partió enseguida aceleradamente para reunirse con sus dos amigos, a los que encontró en el camino.
Me dormí con gran deseo de encontrarme en la Gruta del Pesebre, cerca de la Madre de Dios, con el ansia de que ella me diera al Niño Jesús para tenerlo en mis brazos algún tiempo y estrecharlo contra mi corazón. Me acerqué a la Gruta del Pesebre. Era de noche. José dormía apoyado en el brazo derecho, en su aposento, cerca de la entrada. María estaba despierta, sentada en su sitio de costumbre cerca del pesebre, teniendo al pequeño Jesús a su pecho, cubierta con un velo.
Me arrodillé allí y le adoré, sintiendo un gran deseo de ver al Niño. ¡Ah, María bien lo sabía! ¡Ella lo sabe todo y acoge todo lo que se le pide con bondad muy conmovedora, siempre que se rece con fe sincera! Pero ahora estaba silenciosa, en recogimiento; adoraba respetuosamente a Aquel de quien era Madre. No me dio al Niño, porque creo que lo estaba amamantado. En su lugar, yo hubiera hecho lo mismo. Mi ansia crecía más y se confundía con el de todas las almas que suspiraban por El Niño Jesús. Pero esta ansia mía no era tan pura, tan inocente ni tan sincera como la del corazón de los buenos Reyes Magos del Oriente, que lo habían aguardado desde siglos en las personas de sus antepasados, creyendo, esperando y amando. Y he aquí que mi deseo se volvió hacia ellos. Cuando acabé de rezar, me deslicé respetuosamente fuera de la gruta y fui llevada por un largo camino hasta el cortejo de los Reyes Magos.
VISIONES Y REVELACIONES DE LA BEATA ANA CATALINA EMMERICH
VISIONES Y REVELACIONES DE LA BEATA ANA CATALINA EMMERICH
No hay comentarios:
Publicar un comentario