domingo, 5 de julio de 2015

LAS TRIBULACIONES SON BUENAS Y NECESARIAS

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"En primer lugar, hay que hacer una consideración muy importante según santo Tomás de Aquino. Él distingue dos tipos de tentaciones: una tentación que no es mala, sino que son "ocasiones o pruebas" que pone el Señor para que crezcamos. Nosotros las llamamos tentación muchas veces, pero son simplemente regalos del Señor para que crezcamos interiormente. Estas no se pueden considerar tentaciones, sino que son tribulaciones. Por tanto, dentro del capítulo del mal, cuando decimos "líbranos del mal", le pedimos al Señor que nos libre del pecado, pero no le estamos pidiendo que nos libre de las tribulaciones. ¿Por qué? Porque las dificultades y las tribulaciones muchas veces son buenas para crecer interiormente. Todos sabemos que si a un niño se le priva de difucultades, le hacemos infeliz, porque no aprende, porque no se fortalece. Si a un atleta no le pones ninguna dificultad, y le decimos "no te canses", "no te esfuerces", no ganará nunca la carrera. Lo mismo nos ocurre a veces a nosotros: hay muchas cosas en nuestra vida que son pruebas queridas por Dios, enviadas por Dios. Por tanto, lo primero que tenemos que discernir a la luz del Espíritu Santo es que cuando me voy a quejar de algo, debo parar un momento y pensar: "¿Me voy a quejar de algo que tal vez es bueno para mi vida interior, para acercarme a la meta y a la santidad?". Puede ser un contratiempo, una enfermedad, una persona inoportuna que llega, tener problemas para entrar en la parroquia porque no funciona la llave, el coche que comienza a hacer un ruido raro, una persona que te mira mal... ¡tantas cosas que no son males sino tribulaciones queridas y permitidas por Dios para nuesra santificación!

En la Carta a los Hebreos se puede leer que Cristo aprendió a obedecer sufriendo. Ese es el primer punto: cuando decimos a Dios "líbranos del mal", no le estamos diciendo que nos libre de las tribulaciones, ya que son buenas para nosotros. ¿Por qué vamos a pedirle eso al Señor? Decir esto es un poco duro, pues le estoy pidiendo al Señor en el Padrenuestro que no me libre de las tribulaciones, si son convenientes. Dice y añade santo Tomás que de vez en cuando sí se le puede pedir a Dios esto, si nos conviene para mi vida o si "es tu voluntad".

Ustedes habrán conocido muchos casos -yo también- de niños a los que les han detectado cáncer. Conozco concretamente el caso de una chica a la que se lo detectaron a los quince años, y su vida cambió totalmente. De ser una chica encerrada, egoísta, ella me ha dicho que se ha encontrado con Dios radicalmente y afirma, a sus diecisiete años, que desde luego es uno de los mejores regalos que ha tenido en su vida. ¿Es un mal? Mal es lo que nos separa de Dios, ¡bendito sea Dios!

Este es el comienzo de la cuestión. Por tanto, cuando decimos: "Señor, líbranos de la tentación y líbranos del mal", no le estamos pidiendo que nos libre de las tribulaciones ni que nos quite las dificultades. ¡Todo lo contrario! ¡Las dificultades son buenas! ¿Qué hace un entrenador o futbolista o a un atleta? Le pone dificultades, para crecer. Ese es el buen entrenador. Por eso, hermanos, si en nuestra vida hay dificultades, denle gracias a Dios, pues tenemos un buen entrenador, nos va poniendo dificultades. El día que no haya ninguna dificultad o el día que uno se levante y diga: "No me duele nada, no sufro por nada, nada me molesta, todo me gusta", entonces mirará alrededor y estarán cuatro arcángeles, María Santísima, san Francisco de Sale... porque estará en el cielo. Por tanto, si me duele la espalda, si tengo que ir a otro entierro, si no tengo dinero para la calefacción, si me han hecho una pintada en la parroquia... Nos están entrenando. Por tanto, hermanos, ¡¡viva la tribulación!! Podría se un "grito de guerra".

Segundo aspecto que pedimos es: "no nos dejes caer en la tentación". Es curioso, no le hemos pedido al Señor "líbranos de la tentación", sino que no nos dejes caer en ella parque la tentación también nos ayuda a crecer. Por tanto, todos tenemos tentaciones. ¡Cristo sufrió la tentación! Lo sabemos por la Sagrada Escritura."


Pablo Domínguez Prieto, sacerdote y decano de Teología de la Universidad de San Dámaso, en Madrid (Reflexión y meditación dirigida a unos sacerdotes colombianos en unos ejercicios espirituales).

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