viernes, 31 de julio de 2015

LOS REYES MAGOS

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Vi el nacimiento de Jesucristo anunciado a los Reyes Magos. He visto a Mensor y a Sair: estaban en el país del primero y observaban los astros, después de haber hecho los preparativos del viaje observaban la estrella de Jacob desde lo alto de una torre piramidal. Esta estrella tenia una cola que se dilató ante sus ojos y vieron a una Virgen brillante, delante de la cual, en medio del aire, se veía un Niño luminoso. Al lado derecho del Niño brotó una rama, en cuya extremidad apareció, como una flor, una pequeña torre con varias entradas que acabó por transformarse en ciudad. Inmediatamente después de esta aparición los dos Reyes, que vivían más hacia el oriente, a dos días de viaje, tuyo igual aparición, a la misma hora, y partió enseguida aceleradamente para reunirse con sus dos amigos, a los que encontró en el camino.

Me dormí con gran deseo de encontrarme en la Gruta del Pesebre, cerca de la Madre de Dios, con el ansia de que ella me diera al Niño Jesús para tenerlo en mis brazos algún tiempo y estrecharlo contra mi corazón. Me acerqué a la Gruta del Pesebre. Era de noche. José dormía apoyado en el brazo derecho, en su aposento, cerca de la entrada. María estaba despierta, sentada en su sitio de costumbre cerca del pesebre, teniendo al pequeño Jesús a su pecho, cubierta con un velo.

Me arrodillé allí y le adoré, sintiendo un gran deseo de ver al Niño. ¡Ah, María bien lo sabía! ¡Ella lo sabe todo y acoge todo lo que se le pide con bondad muy conmovedora, siempre que se rece con fe sincera! Pero ahora estaba silenciosa, en recogimiento; adoraba respetuosamente a Aquel de quien era Madre. No me dio al Niño, porque creo que lo estaba amamantado. En su lugar, yo hubiera hecho lo mismo. Mi ansia crecía más y se confundía con el de todas las almas que suspiraban por El Niño Jesús. Pero esta ansia mía no era tan pura, tan inocente ni tan sincera como la del corazón de los buenos Reyes Magos del Oriente, que lo habían aguardado desde siglos en las personas de sus antepasados, creyendo, esperando y amando. Y he aquí que mi deseo se volvió hacia ellos. Cuando acabé de rezar, me deslicé respetuosamente fuera de la gruta y fui llevada por un largo camino hasta el cortejo de los Reyes Magos.

VISIONES Y REVELACIONES DE LA BEATA ANA CATALINA EMMERICH

SAN JOSÉ, RUEGA POR NOSOTROS



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SANTO Patriarca, dig­nísimo esposo de la Vir­gen María y Padre adop­tivo de Nuestro Redentor Jesús, que por vuestras heroicas virtudes, dolo­res y gozos merecisteis tan singulares títulos; y por ellos, espacialísimos privilegios para interce­der por vuestros devotos; os suplico, Santo mío, al­cancéis la fragante pure­za a los jóvenes y donce­llas, castidad a los casa­dos, continencia a los viu­dos, santidad y celo a los sacerdotes, paciencia a los confesores, obediencia a los religiosos, fortaleza a los perseguidos, discre­ción y consejo a los superiores, auxilios poderosos a los pecadores e infieles para que se conviertan, perseverancia a los peni­tentes, y que todos logre­mos ser devotos de vues­tra amada Esposa, María Santísima, para que por su intercesión y la vues­tra podamos vencer a nuestros enemigos, por los méritos de Jesús, y con­seguir las gracias y favo­res que os hemos pedido para santificar nuestras almas hasta conseguir dichosa muerte, y gozar de Dios eternamente en el Cielo. Amén.

miércoles, 29 de julio de 2015

ORACIÓN PARA PEDIR LA SANTIDAD

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Reina de los ángeles y santos, y mi madre querida, María,

Indúceme en reverencia del Altísimo ; 

Muéveme al conocimiento de mi bajeza. 

Muéveme a temer el pecado y aborrecerle, aunque sea muy leve. 

Muéveme a aborrecer la vanidad terrena y a negar mis inclinaciones. 

Muéveme a desear el último lugar y el desprecio de las criaturas.  Muéveme a amar la cruz y llevarla con esforzado y dilatado corazón.  

Indúceme a padecer con alegría !

Inflámame en amor casto del Altísimo y a amar a quien me persiguiere. Muéveme a aspirar a lo más puro, perfecto y acendrado de la virtud y a unirme con el sumo y verdadero Bien. 

Amen.

martes, 28 de julio de 2015

ORACIÓN DE SANTA ANA PARA PEDIR UN BUEN ESPOSO

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Altísimo Dios eterno, de quien depende todo el ser y el reparo del linaje humano: postrada en tu real presencia suplico se digne tu Infinita Bondad de mirar las ansias de mi alma y oír mis peticiones.
Ante tus ojos son manifiestos mis deseos de que, en el estado de matrimonio, me des la compañía de un esposo que me ayude a guardar la divina ley y testamento santo, para crecer ambos en perfección y en la observancia de tus preceptos. Santo Dios, Padre Infinitamente Providente, no escondas tu piedad de mí, ni permitas, pues eres Padre, que mi súplica sea desechada.
Y pues me mandas, Señor mío, que con confianza te pida como a poderoso y rico en misericordia, concédeme lo que por ti deseo y pido, pues en pedirte hago tu Santa Voluntad y obediencia. Y si mis culpas detienen tus misericordias, aparta de mí lo que te desagrada e impide.
Poderoso eres, Señor, Dios de Israel, y todo lo que fuere tu Voluntad puedes obrar sin resistencia. Lleguen a tus oídos mis peticiones; que soy pobre y pequeña, tú eres Infinito e inclinado a usar la misericordia con los abatidos. ¿A dónde iré fuera de ti, que eres Señor de los señores y Todopoderoso?
Tú me enseñaste a desear y a esperar de tu liberalidad. Entregado tengo mi corazón y mente a tu Voluntad. Aparta mis ojos de la vanidad.
Si fuera tu beneplácito conceder mi petición, todo lo pondré a tu entero servicio, Padre mío, para ayudar a propagar el Reino de Dios en la tierra. Haz de mí lo que sea de tu agrado y alegra, Señor, mi espíritu con el cumplimiento de esta esperanza. Mira desde tu solio al humilde polvo y levántalo, para que te magnifique y adore y en todo se cumpla tu Voluntad y no la mía. Amén. 
 
Esta oración fue escrita en el siglo XVII por la mística española venerable María de Jesús de Ágreda luego de una visión de la Virgen María, quien le habría dicho que así rezaba su madre Santa Ana a Dios pidiendo un buen esposo.

lunes, 27 de julio de 2015

REFLEXIONES DE SOR LUCÍA SOBRE EL SANTO ROSARIO

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Creo que, después de la oración litúrgica del Santo Sacrificio de la Misa, la oración del Santo Rosario, por el origen y sublimidad de las oraciones que lo componen y por los misterios de nuestra redención que recordamos y meditamos en cada decena, es la oración más agradable a Dios que podemos ofrecer y de mayor provecho para nuestras almas. Si así no fuese, Nuestra Señora no la habría recomendado con tanta insistencia.

La oración del Santo Rosario es la que más ha sido recomendada por todos los Sumos Pontífices que en los últimos siglos, sirvieron a la Iglesia, comenzando por Gregorio X_111, que en la Bula "Monete Apostolos", lo llama "Salterio de la Santísima urgen que rezamos para aplacar la ira de Dios e implorar la intercesión de la Santísima Virgen" (1 de abril de 1573). También Sixto V, en la Bula "Dum ineffabilis", el 30 de enero de 1586, llama al Rosario "el Salterio de la Gloriosa y siempre Virgen María, Madre de Dios, instituido por inspiración del Espíritu Santo".


Antes de estos dos Papas gobernó la iglesia San Pío V. Éste atribuyó a la oración del Rosario la victoria de Lepanto, obtenida por los cristianos contra los turcos, el 7 de octubre de 1571. En acción de gracias, mandó celebrar anualmente, en ese día, la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias, fiesta que su sucesor vino a designar como Nuestra Señora del Rosario.

Cerca de trescientos años después de esta guerra, servía a la Iglesia el Papa Pío IX. Éste, en su lecho de muerte dijo a los que lo rodeaban: "El Rosario es un evangelio compendiado y dará a los que lo recen aquellos ríos de paz de que nos habla la Escritura; es la más hermosa devoción, la rnás abundante en gracias, y agradabilísima al Corazón de María. Sea éste, hijos míos, mi testimonio para que os acordéis de mi en la tierra" (febrero de 1878). Es maravilloso cómo el gran Pontífice unió la oración del Rosario al Corazón Inmaculado de María. ¡O no fue, acaso, él, el Pontífice de la Inmaculada que hiciera la proclamación dogmática de la Inmaculada Concepción de María por la Bula "Ineffabilis Deus", en 1854!


León XIII, en la Encíclica "Fidentem plumque", de 20 de septiembre de 1896 dice: "En la devoción del Rosario, Cristo ocupa el lugar principal (...) por medio de las oraciones vocales de que está formado, podemos expresar- profesar la fe en Dios, nuestro Padre providentísimo, en la vida eterna, en el perdón de los pecados, -y también en los misterios de la Augusta Trinidad, del Verbo Encarnado, de la maternidad divina, y en otros. Ahora bien, nadie ignora el gran valor y mérito de la fe. La fe, efectivamente, no es otra cosa que una escogida simiente que, en el presente, produce flores de todas las virtudes que nos vuelven agradables a Dios y dan frutos que duran hasta la vida eterna: puesto que «conocerte es justicia consumada y el reconocer Tu justicia y virtud, es la raíz de la inmortalidad» (la cita es del Libro de la Sabiduría, 15, 3)".

Admirable es la afirmación del Papa León XIII según la cual la Santísima Trinidad es la obra de salvación realizada por Cristo que está en el centro de esta gran oración que es el Rosario, constituyendo éste una gran profesión de fe en aquellos misterios centrales de la Doctrina Católica. Es de gran valor espiritual la fe que en la referida oración profesamos y ejercitamos. Por eso el mismo Pontífice valiéndose de las palabras del Apóstol San Pablo dice: "Porque con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con la boca se confesa la fe perra la salvación " (Romanos, 10, 10). Por eso, el Rosario nos ofrece la oportunidad para esta profesión externa de fe.

Su Santidad Pío XI nos dijo en la Encíclica "lngravescentibus malis". del ?9 de septiembre de 1937: "El Santo Rosario no es solamente arma para derrotar tilos enemigos de Dios v de la Religión. sino. sobretodo. promueve y fomenta las virtudes evangélicas. Yen primer lugar, reanima la fe católica con la contemplación de los divinos misterios .y eleva el entendimiento al conocimiento de leas verdades reveladas por Dios" Y se dignó conceder la indulgencia plenaria para el rezo del Rosario delante del Santísimo Sacramento de la Eucaristía. El Santo Padre Pío XII, el 16 de octubre de 1940. dijo: "El Rosario es, por el significado de su nombre, un collar de rosas; no de aquellas roscas con las cuales los impíos se adornan con petulancia, según la palabra de la Escritura -«Coronémonos de rosas antes de que se marchiten» (Sab. 2. 8)-. sino de rosas cuya frescura es incesantemente renovada en las manos de los devotos de María" (...)

A los que dicen que el Rosario es una oración anticuada y monótona debido a la repetición de las oraciones que lo componen yo les pregunto si hay alguna cosa que viva sin ser por la repetición continuada de los mismos actos.
 
Dios creó todo lo que existe de modo que se conserva por la, repetición continuada e ininterrumpida de los mismos actos. Así, para conservar la vida natural, inspiramos y expiramos siempre del mismo modo; el corazón golpea continuamente siguiendo siempre el mismo ritmo; los astros como el sol, la luna los planetas, la tierra, siguen siempre la misma ruta que Dios les marcó. El día sucede a la noche, año tras año, siempre del mismo modo_ La luz del sol nos alumbra y calienta siempre de la misma forma. En tantas plantas, brotan las hijas de la primavera, se visten después de flores, dan fruto y vuelven a perder las hojas en el otoño o invierno. Y, así, todo lo demás sigue la ley que Dios le marcó y todavía a nadie se le ocurrió decir que era monótono. y por lo tanto prescindible: ¡es que necesitamos de eso para vivir! Pues bien, en la vida espiritual tenemos la misma necesidad de repetir continuamente las mismas oraciones, los mismos actos de fe, de esperanza y de caridad, para tener vida, visto que nuestra vida es una participación continuada de la vida de Dios.

Cuando los discípulos pidieron a Jesucristo que les enseñase a orar, Él les enseñó la bella fórmula del Padrenuestro, diciendo: "Cuando oréis, decid: Padre..." (San Lucas, 11, 4). El Señor nos mandó rezar así, sin decirnos que, pasado un cierto número de años, buscásemos nueva fórmula de oración, porque ésta habría pasado a ser monótona. Cuando los enamorados se encuentran, pasan horas seguidas repitiendo la misma cosa: "Te amo!" Lo que les falta a los que hallan la oración del Rosario monótona es Amor; y todo lo que no está hecho por amor no tiene valor. Por eso, nos dice el Catecismo que los diez mandamientos de la Ley de Dios se encierran en uno sólo, que es amar a Dios sobre todas las cosas Y al prójimo como a nosotros mismos.
Los que rezan diariamente su Rosario son como los hijos que todos los días disponen de algunos momentos para ir junto a su padre, para hacerle compañía, manifestarle su agradecimiento, prestarle sus servicios, recibir sus consejos y su bendición. Es el intercambio y el cambio de amor del padre para con el hijo y de éste para con el padre, es la dádiva mutua.


HERMANA LUCÍA (Tomado de su libro "Llamadas del Mensaje de Fátima")

sábado, 25 de julio de 2015

MARÍA Y LOS APÓSTOLES DE LOS ÚLTIMOS TIEMPOS

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Sí, Dios quiere que su Madre Santísima, sea ahora más conocida, amada y honrada que nunca. Lo que sucederá sin duda, si los predestinados, con la gracia y luz del Espíritu Santo, entran y penetran en la práctica interior y perfecta de la devoción que voy a manifestarles en seguida.

Entonces verán, en cuanto lo permita la fe, a esta hermosa estrella del mar y, guiados por Ella, llegarán a puerto seguro, a pesar de las tempestades y de los piratas.

Entonces conocerán las grandezas de esta Soberana y se consagrarán enteramente a su servicio como súbditos y esclavos de amor.
Entonces saborearán sus dulzuras y bondades maternales y la amarán tiernamente como sus hijos predilectos.
Entonces experimentarán las misericordias en que Ella reboza y la necesidad en que están de su socorro, recurrirán en todo a Ella, como a su querida Abogada y Medianera ante Jesucristo.
Entonces sabrán que María es el medio más seguro, fácil, corto y perfecto para llegar hasta Jesucristo y se consagrarán a Ella en cuerpo y alma y sin reserva alguna, para pertenecer del mismo modo a Jesucristo.
Pero, ¿qué serán estos servidores, esclavos a hijos de María? Serán fuego encendido, ministros del Señor, que prenderán por todas partes el fuego del amor divino.
Serán flechas agudas en la mano poderosa de María para atravesar a sus enemigos: como saetas en mano de un valiente (Sal. 127, 4).
Serán hijos de Leví, bien purificados por el fuego de grandes tribulaciones y muy unidos a Dios. Llevarán en el corazón el fuego del amor, el incienso de la oración en el espíritu y en el cuerpo la mirra de la mortificación.
Serán en todas partes el buen olor de Jesucristo (cfr. 2 Cor. 2, 15-16) para los pobres y sencillos; pero para los grandes, los ricos y mundanos orgullosos serán olor de muerte.
Serán nubes tronantes y volantes, en el espacio, al menor soplo del Espíritu Santo. Sin apegarse a nada ni asustarse, ni inquietarse por nada, derramarán la lluvia de la Palabra de Dios y de la vida eterna, tronarán contra el pecado, lanzarán rayos contra el mundo del pecado, descargarán golpes contra el demonio y sus secuaces y con la espada de dos filos de la Palabra de Dios traspasarán a todos aquellos a quienes sean enviados de parte del Altísimo.
Serán los apóstoles auténticos de los últimos tiempos. A quienes el Señor de los ejércitos dará la palabra y la fuerza necesarias para realizar maravillas y ganar gloriosos despojos sobre sus enemigos.
Dormirán sin oro ni plata y, lo que más cuenta, sin preocupaciones en medio de los demás sacerdotes, eclesiásticos y clérigos (Sal. 68, 14). Tendrán, sin embargo, las alas plateadas de la paloma, para volar con la pura intención de la gloria de Dios y de la salvación de los hombres adonde los llame el Espíritu Santo. Y no dejarán en pos de sí en los lugares en donde prediquen sino el oro de la caridad, que es el cumplimiento de toda ley (cfr. Rom. 13, 10).
Por último, sabemos que serán verdaderos discípulos de Jesucristo. Caminando sobre las huellas de su pobreza, humildad, desprecio de lo mundano y caridad evangélica, enseñarán la senda estrecha de Dios en la pura verdad, conforme al Evangelio y no a los códigos mundanos, sin inquietarse por nada ni hacer acepción de personas, sin dar oídos ni escuchar ni temer a ningún mortal por poderoso que sea.
Llevarán en la boca la espada de dos filos de la Palabra de Dios, sobre sus hombros el estandarte ensangrentado de la cruz, en la mano derecha el crucifijo, el Rosario en la izquierda, los sagrados nombres de Jesús y María en el corazón y en toda su conducta la modestia y mortificación de Jesucristo.
Tales serán los grandes hombres que vendrán y a quienes María formará por orden del Altísimo para extender su imperio sobre el de los impíos, idólatras y mahometanos. Pero, ¿cuándo y cómo sucederá esto?... ¡Sólo Dios lo sabe! A nosotros toca callar, orar, suspirar y esperar: Yo esperaba con ansia (Sal. 40, 2).

 TRATADO DE LA VERDADERA DEVOCIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA (SAN LUIS MARÍA DE GRIGNION DE MONTFORT)

viernes, 24 de julio de 2015

TEN PIEDAD DE MÍ, POR TU AMARGA PASIÓN

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El Hijo dijo a la esposa: “Los cristianos me tratan ahora de la misma forma que me trataron los judíos. Los judíos me echaron del templo y estaban enteramente resueltos a matarme, pero como aún no había llegado mi hora, escapé de sus manos. Los cristianos me tratan así ahora. Me echan de su templo, es decir, de su alma, que debería ser mi templo, y si pudieran me matarían enseguida. En sus labios, Yo soy como carne podrida y apestosa, creen que estoy mintiendo y no se preocupan de mí en absoluto. Me vuelven sus espaldas, pero Yo apartaré mi rostro de ellos, pues no hay nada más que codicia en sus bocas y sólo lujuria bestial en su carne. Sólo la soberbia les complace, sólo los placeres mundanos deleitan su vista.

Mi pasión y mi amor les resultan odiosos, y mi vida una carga. Por consiguiente, actuaré como el animal que tiene muchas cuevas: cuando los cazadores lo acosan en una cueva, escapa a otra. Haré esto, porque estoy siendo perseguido por los cristianos, con sus malas obras, y arrojado de la cueva de sus corazones. Por ello, me iré a los paganos en cuyas bocas ahora soy amargo e insípido pero llegaré a serles más dulce que la miel. Sin embargo, aún soy tan misericordioso que con gusto abriré mis brazos a quien me pida perdón y diga: ‘Señor, sé que he pecado gravemente, y libremente quiero mejorar mi vida por tu gracia. ¡Ten piedad de mí, por tu amarga pasión!’

Pero a aquellos que persistan en el mal, les llegaré como un gigante con tres cualidades: terrible, muy fuerte y muy áspero. Llegaré inspirando tanto miedo a los cristianos que no se atreverán ni a levantar el dedo meñique contra mí. También vendré con tanta fuerza que serán como mosquitos ante mí. Tercero, vendré en tal aspereza que sentirán dolor en el presente y se lamentarán sin fin”. 

Revelaciones a Santa Brígida de Suecia Patrona de Europa

jueves, 23 de julio de 2015

LAS VESTIDURAS DE LA NUEVA LEY

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Yo soy el Dios que, en un tiempo, fui llamado el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Yo soy el Dios que di la Ley a Moisés. Esta Ley era como una vestidura. Igual que una madre embarazada prepara los vestidos para su niño, así Dios preparó la Ley, que era como la ropa, sombra y señal de los tiempos venideros. Yo me vestí y me envolví a mí mismo con las vestiduras de la nueva Ley. Cuando un niño crece, sus ropas son cambiadas por otras nuevas.

De igual manera, cuando las vestiduras de la Vieja Ley estaban a punto de ser abandonadas, Yo me vestí con la nueva ropa, o sea, con la Nueva Ley, y se la di a todos lo que quisieron tenerme a mí y a mi ropaje. Esta ropa no es ni muy apretada ni difícil de llevar sino que está bien proporcionada por todas partes. No obliga a las personas a ayunar o a trabajar demasiado, ni a matarse, ni a hacer nada que esté más allá de los límites de sus posibilidades, sino que es provechosa para el alma y conducente a la moderación y castigo del cuerpo.

Porque, cuando el cuerpo se adhiere demasiado al pecado, este pecado consume al cuerpo. Dos cosas pueden hallarse en la Nueva Ley. Primera, una prudente templanza y el recto uso de todos los bienes espirituales y físicos. Segunda, una gran facilidad para mantenerse en la Ley por el hecho de que, una persona que no puede mantenerse en un estado, puede quedarse en el otro. Aquí uno puede ver que una persona que no podía vivir celibato, todavía puede vivir en un matrimonio con honor, podía levantar otra vez y seguir. Pero, ahora Mi ley esta rechazada y despreciada.

La gente dice que la Ley es demasiado estrecha, pesada y nada atractiva. La llaman estrecha porque nos obliga a contentarnos con lo que es necesario y a abandonar lo que es superfluo. Pero ellos quieren tener de todo más allá de la razón y más de lo que el cuerpo puede acarrear, como si fueran reses. Es por esto que les parece muy apretada o estricta. En segundo lugar, dicen que es pesada porque la Ley dice que uno debe ser indulgente con los deseos de placer ateniéndose a la razón y en momentos determinados. Pero ellos quieren ser indulgentes con el placer más de lo que les conviene y más allá de lo delimitado. Tercero, dicen que no es atractiva porque la Ley les ordena que amen la humildad y que atribuyan a Dios todo lo bueno. Quieren ser orgullosos y ensalzarse a sí mismos por los buenos regalos que Dios les ha dado, y es por esto que la Ley no es atractiva para ellos. 

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