Mártir, 10 de diciembre.
Eulalia, era una joven cristiana, de apenas doce años, que, aleccionada
por el ejemplo de los mártires, se enciende en deseos de dar su sangre
por Cristo. Habiéndose proclamado por orden de Daciano, el cruel
prefecto de Diocleciano, en el 304, un decreto obligando a la adoración
de los dioses paganos, sus padres la retiran (al campo o a una torre,
según distintas versiones), pero ella escapa y va a la ciudad de Mérida,
se presenta ante el juez y da allí un testimonio público en favor de
los cristianos; lo que le provoca ser torturada y martirizada.
Dice el poeta Prudencio que
al morir la santa, la gente vio una blanquísima paloma
que volaba hacia el cielo, y que los verdugos salieron
huyendo, llenos de pavor y de remordimiento por haber matado
a una criatura inocente. La nieve cubrió el cadáver y
el suelo de los alrededores, hasta que varios días después
llegaron unos cristianos y le dieron honrosa sepultura al cuerpo
de la joven mártir. Allí en el sitio de su
sepultura se levantó un templo de honor de Santa Eulalia,
y dice el poeta que él mismo vio que a
ese templo llegaban muchos peregrinos a orar ante los restos
de tan valiente joven y a conseguir por medio de
ella muy notables favores de Dios.
EJERCICIO DEL TRECENARIO A SANTA EULALIA
Oración inicial
Dios, Padre Bueno, que enviaste a tu Hijo Jesús para salvar el mundo y que a través de su Pasión, Muerte y Resurrección nos reconcilió contigo, te pedimos la fe y la fidelidad que tu mártir Santa Eulalia asumió en su martirio. Que el ejercicio de su Trecenario nos ayude a seguir sus pasos.
Primer tormento
Consideramos el primero de tus sufrimientos causado por el tirano azotando tu tierno cuerpo, tormento al que resististe con firmeza evangélica para testimoniar desde la fe e imitando a los apóstoles que sólo Dios merece nuestra adoración frente a toda idolatría.
Gloria...
Segundo tormento
Tu segundo tormento nos consuela y nos conforta. Viendo el tirano el fracaso de su primer intento mandó que te golpearan con varas de hierro para doblegar tu fortaleza. Nada consiguió. Que tu ejemplo nos ayude a soportar la cruz de cada día como contribución a la redención de Cristo.
Gloria...
Tercer tormento
En tu tercer tormento resignada el aceite hirviendo que el tirano mandó derramar sobre tu cuerpo. Que la entereza de este martirio nos ayude a descubrir que Dios, nuestro Padre, nos pide fidelidad hasta la muerte en la esperanza del premio eterno.
Gloria...
Cuarto tormento
En tu cuarto tormento consideraremos que tu cuerpo fue colocado en cal viva rociándolas con agua para que abrasase. Que la consideración de este nuevo sufrimiento nos ayude a descubrir, como tú, que el seguimiento de Jesús consiste en llevar "sus marcas".
Gloria...
Quinto tormento
Alabamos tu constancia en el quinto tormento al soportar el plomo derretido que echaron sobre tu cuerpo y que no llegó a quemarte. Que este paso martirial nos ayude a valorar la alegría de ser seguidores del Maestro.
Gloria...
Sexto tormento
Por segunda vez, tu sexto tormento, fuiste azotada con saña inhumana al que resististe con fuerza sobrehumana. Que el gozo de sufrir por Cristo nos ayude a valorar la alegría de ser seguidores del Maestro.
Gloria...
Séptimo tormento
Nos llena de nueva admiración considerar tu séptimo martirio en el que te aplicaron llamas de fuego sin que por ello se resquebrajase tu valor. Que éste nos ayude a fortalecer la virtud de la fe, una fe de obras, de testimonio, comprometida y misionera.
Gloria...
Octavo tormento
Agotándose tus fueras físicas todavía pudiste soportar un nuevo sufrimiento: el ser introducida en un horno de fuego. Que la consideración de este cruel sufrimiento nos anime a vivir el amor cristiano con todas sus consecuencias, porque sólo desde el amor nos salvaremos.
Gloria...
Noveno tormento
Como no eran suficientes los sufrimientos físicos soportaste también los sufrimientos morales: desnuda te pasearon por las calles de Mérida. Que esta vergüenza denuncie en nuestra sociedad el menosprecio que existe a la pureza como virtud evangélica.
Gloria...
Décimo tormento
Cansada y agotada por tanto sufrimiento sacaste fuerza para soportar el décimo tormento en el que, atada de pies y manos y colocada en potro de madera y de tortura, sentiste cómo tus miembros se estiraban desgarradamente. Que este nuevo tormento nos ayude a sentirnos hijos de la Iglesia y servirla con amor.
Gloria...
Undécimo tormento
Tu cuerpo estaba prácticamente deshecho, tus fuerzas se iban agotando paulatinamente, pero el Señor te ayudó para soportar aún los garfios con los que, en el undécimo tormento, rasgaron tus carnes inocentes. Que este paso nos ayude a reconocer la brevedad de la vida y a llenarla de contenido.
Gloria...
Duodécimo tormento
Ene este duodécimo tormento tu cuerpo ensangrentado es arrastrado por las calle camino del suplicio, como Cristo camino del calvario. Que la consideración de este tu caminar hacia la muerte nos ayude a vivir en la esperanza teologal.
Gloria...
Décimo tercer tormento
En este último tormento consideramos tu cuerpo en el ecúleo y rodeado de llamas de fuego mientras entregabas tu vida al padre por medio de Jesucristo y una figura de paloma que simbolizaba tu alma volaba al cielo. Que este último paso de tu pasión martirial y todo este recorrido de sufrimiento y muerte ilumine nuestra vida y nuestra muerte para que seamos felices.
Gloria...
V/ La gracia se derramo en tus labios.
R/ Y por eso el Señor te bendijo para siempre.
Oración final
Padre, Señor del cielo y tierra, que eliges a los débiles de este mundo para confundir a los fuertes, concédenos, al conmemorar a tu Mártir Santa Eulalia, la gracia de vivir y morir como hijos de tu Iglesia.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario