jueves, 2 de octubre de 2014

EL ÁNGEL DE LA GUARDA

                                                 

El Catecismo de la Iglesia católica nos habla claramente sobre la existencia de los ángeles: La existencia de seres espirituales, no corporales, que la Sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de fe (Cat 328). Son servidores y mensajeros de Dios (Cat 329). Son criaturas puramente espirituales, tienen inteligencia y voluntad: son criaturas personales e inmortales y superan en perfección a todas las criaturas visibles (Cat330).

Desde la infancia hasta la muerte, la vida humana está rodeada de su custodia y de su intercesión. Cada fiel tiene a su lado un ángel protector y pastor para conducirlo a la vida (Cat 336).

La Iglesia celebra el día dos de octubre la fiesta de los ángeles custodios.

Y el 29 de septiembre, la fiesta de los tres grandes arcángeles: Miguel, Gabriel y Rafael.

La Sagrada Escritura nos habla muchísimas veces de los ángeles y, algunas veces en concreto del ángel de la guarda: Yo mandaré un ángel delante de ti para que te defienda en el camino y te haga llegar al lugar que te he dispuesto. Acátale y escucha su voz, no le resistas (Ex 23,20-22). Para el hombre hau un ángel protector entre mil que le pedirá cuentas (Baruc 6,6). Su misión es guardarte en todos tus caminos (Sal 90,11). Un ángel se presentó en la cárcel, que quedó iluminada, y golpeando a Pedro en el costado lo desperó diciendo: "Cíñete y cálzate tus sandalias... Envuélvete el manto y sígueme... La puerta se les abrió por sí misma y salieron y avanzaron por una calle, desapareciendo luego el ángel. Entonces Pedro vuelto en sí, dijo: Ahora sé que el Señor ha enviado a su ángel (Hech 12,7-11).

Todos los sontos sin expepción han tenido amor y devoción a sus ángeles de la guarda respectivos. Algunos hasta han tenido un trato familiar con él.

Santa Margarita María de Alacoque (1647-1690) dice: Tenía la dicha de gozar frecuentemente de la presencia de mi ángel custodio y de ser también frecuentemente reprendida por él... No podía tolerar la menor inmodestia o falta de respeto en la presencia de mi Señor sacramentado, ante el cual lo veía postrado en el suelo y quería que yo hiciese lo mismo.

Santa Faustina Kowalska (1905-1938) escribe en su Diario: De pronto vi junto a mi  a uno de los siete espíritus, radiante como antes, con aspecto luminoso; lo veía continuamente junto a mi cuando iba en tren. Veía que sobre cada iglesia que pasábamos había un ángel, pero en una luz mas pálida que la del espíritu que me acompañaba en el viaje. Y cada uno de los espíritus que custodiaban los templos, se inclinaban ante el espíritu que estaba a mi lado. En Varsovia, cuando entré por la puerta (del convento), el espíritu desapareció; agradecí a Dios por su bondad, por darnos a los ángeles como compañeros. Oh, qué poco piensa la gente en que tiene siempre a su lado a tal huésped y, a la vez, un testigo de todo. ¡Pecadores!, recuerden que tiene un testigo de sus acciones.

A fines de 1844 terminó Don Bosco de escribir su librito sobre la devoción al ángel de la guarda. Estaba tan persuadido de tenerlo a su lado que parecía que lo veía con los ojos. Lo saludaba varias veces al día con el "Ángel de Dios" y confiaba del todo en su protección... Sabía infundir en sus jóvenes gran respeto y gran amor al ángel de la guarda, y frecuentemente entonaba él mismo el cántico sagrado al que había puesto música en honor del santo ángel y que cantaban los muchachos entusiasmados.

El padre Pio de Pieltrelcina (1887-1968) también tenía mucha devoción a su ángel custodio. Durante la primera guerra mundial estaba de soldado y un día, al querer ir a su pueblo de Pietrelcina, tomó el autobús, pero no tenía suficiente dinero. Confió en la providencia, pensando en disculparse. Pero subió con él un extraño personaje, elegantemente vestido, que portaba una maleta nueva, y se sentó a su lado. Cuando el cobrador se acercó pidiendo los billetes, el padre Pío estaba preocupado, pero el cobrador le tranquilizó diciendo: "Una persona pagó por usted". Miró al extraño personaje, pero no le dijo nada... Al llegar a su pueblo, se bajó del autobús y miró al personaje aludido para saludarlo y darle las gracias, pero ya no estaba.

4 comentarios:

  1. jueves, 16 de octubre de 2014
    ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LAS GRACIAS



    1.- ¡Oh celeste tesorera de todas las gracias, Madre de Dios y Madre mía, María! que eres la hija primogénita del Padre eterno y que tienes en tus manos Su omnipotencia, ten piedad de mi alma y concédeme la gracia que fervorosamente te suplico. Ave María.

    2.- ¡Oh misericordiosa dispensadora de las gracias divinas, María Santísima, Madre del Hijo de Dios encarnado! Tú que fuiste coronada con Su inmensa sabiduría, considera la grandeza de mi sufrimiento y concédeme la gracia que tanto necesito. Ave María.

    3.- ¡Oh dulcísima dispensadora de las gracias divinas, Inmaculada esposa del eterno Espíritu Santo, María Santísima! que de Él recibiste un corazón que se conmueve por piedad de las desventuras humanas y que no puede resistir consolar a los que sufren, ten piedad de mi alma y concédeme la gracia que espero con plena confianza en tu inmensa bondad. Ave María.

    Sí, sí, Madre mía, tesorera de todas las gracias, refugio de los pobres pecadores, consoladora de los afligidos, esperanza de los desesperados y auxilio poderosísimo de los cristianos, deposito en ti toda mi confianza y tengo la seguridad que me obtendrás de Jesús la gracia que tanto deseo, siempre que sea para el bien de mi alma. Dios te salve, Reina y Madre de misericordia.

    (Esta imagen es venerada en la Iglesia de los padres capuchinos en San Giovanni Rotondo).

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  2. jueves, 16 de octubre de 2014
    ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LAS GRACIAS



    1.- ¡Oh celeste tesorera de todas las gracias, Madre de Dios y Madre mía, María! que eres la hija primogénita del Padre eterno y que tienes en tus manos Su omnipotencia, ten piedad de mi alma y concédeme la gracia que fervorosamente te suplico. Ave María.

    2.- ¡Oh misericordiosa dispensadora de las gracias divinas, María Santísima, Madre del Hijo de Dios encarnado! Tú que fuiste coronada con Su inmensa sabiduría, considera la grandeza de mi sufrimiento y concédeme la gracia que tanto necesito. Ave María.

    3.- ¡Oh dulcísima dispensadora de las gracias divinas, Inmaculada esposa del eterno Espíritu Santo, María Santísima! que de Él recibiste un corazón que se conmueve por piedad de las desventuras humanas y que no puede resistir consolar a los que sufren, ten piedad de mi alma y concédeme la gracia que espero con plena confianza en tu inmensa bondad. Ave María.

    Sí, sí, Madre mía, tesorera de todas las gracias, refugio de los pobres pecadores, consoladora de los afligidos, esperanza de los desesperados y auxilio poderosísimo de los cristianos, deposito en ti toda mi confianza y tengo la seguridad que me obtendrás de Jesús la gracia que tanto deseo, siempre que sea para el bien de mi alma. Dios te salve, Reina y Madre de misericordia.

    (Esta imagen es venerada en la Iglesia de los padres capuchinos en San Giovanni Rotondo).

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  3. jueves, 16 de octubre de 2014
    ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LAS GRACIAS



    1.- ¡Oh celeste tesorera de todas las gracias, Madre de Dios y Madre mía, María! que eres la hija primogénita del Padre eterno y que tienes en tus manos Su omnipotencia, ten piedad de mi alma y concédeme la gracia que fervorosamente te suplico. Ave María.

    2.- ¡Oh misericordiosa dispensadora de las gracias divinas, María Santísima, Madre del Hijo de Dios encarnado! Tú que fuiste coronada con Su inmensa sabiduría, considera la grandeza de mi sufrimiento y concédeme la gracia que tanto necesito. Ave María.

    3.- ¡Oh dulcísima dispensadora de las gracias divinas, Inmaculada esposa del eterno Espíritu Santo, María Santísima! que de Él recibiste un corazón que se conmueve por piedad de las desventuras humanas y que no puede resistir consolar a los que sufren, ten piedad de mi alma y concédeme la gracia que espero con plena confianza en tu inmensa bondad. Ave María.

    Sí, sí, Madre mía, tesorera de todas las gracias, refugio de los pobres pecadores, consoladora de los afligidos, esperanza de los desesperados y auxilio poderosísimo de los cristianos, deposito en ti toda mi confianza y tengo la seguridad que me obtendrás de Jesús la gracia que tanto deseo, siempre que sea para el bien de mi alma. Dios te salve, Reina y Madre de misericordia.

    (Esta imagen es venerada en la Iglesia de los padres capuchinos en San Giovanni Rotondo).

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  4. jueves, 16 de octubre de 2014
    ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LAS GRACIAS



    1.- ¡Oh celeste tesorera de todas las gracias, Madre de Dios y Madre mía, María! que eres la hija primogénita del Padre eterno y que tienes en tus manos Su omnipotencia, ten piedad de mi alma y concédeme la gracia que fervorosamente te suplico. Ave María.

    2.- ¡Oh misericordiosa dispensadora de las gracias divinas, María Santísima, Madre del Hijo de Dios encarnado! Tú que fuiste coronada con Su inmensa sabiduría, considera la grandeza de mi sufrimiento y concédeme la gracia que tanto necesito. Ave María.

    3.- ¡Oh dulcísima dispensadora de las gracias divinas, Inmaculada esposa del eterno Espíritu Santo, María Santísima! que de Él recibiste un corazón que se conmueve por piedad de las desventuras humanas y que no puede resistir consolar a los que sufren, ten piedad de mi alma y concédeme la gracia que espero con plena confianza en tu inmensa bondad. Ave María.

    Sí, sí, Madre mía, tesorera de todas las gracias, refugio de los pobres pecadores, consoladora de los afligidos, esperanza de los desesperados y auxilio poderosísimo de los cristianos, deposito en ti toda mi confianza y tengo la seguridad que me obtendrás de Jesús la gracia que tanto deseo, siempre que sea para el bien de mi alma. Dios te salve, Reina y Madre de misericordia.

    (Esta imagen es venerada en la Iglesia de los padres capuchinos en San Giovanni Rotondo).

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