jueves, 9 de octubre de 2014

LA COMUNIÓN ESPIRITUAL

                                   

Las almas que anhelan desesperadamente la unión con Jesús lo pueden lograr espiritualmente. La comunión espiritual no puede reemplazar la comunión sacramental, pero puede complementarla.

En pirmer lugar, es necesario creer firmemente en Jesús eucarístico, en su presencia en la Hostia consagrada, y sobre todo, amarla con todo el corazón y ardientemente anhelar la unión con Él. Este deseo nos une a Él. Así es como piensa y siente San Juan de la Cruz.

San Alfonso María de Ligorio nos aconseja sobre cómo tenemos que orar: "Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Os amo sobre todas las cosas y deseo recibiros en mi alma. Pero como ahora no puedo recibiros sacramentado, ven al menos espiritualmente a mi corazón.  (Pausa en silencio para adoración). Como si ya os hubiese recibido, os abrazo y me uno todo a Vos. No permitas, Señor, que jamás me separe de ti. Amén." Podemos recibir la comunión espiritual cuantas veces queramos durante el día.

En la biografía de Santa Katarina Sijenska leemos cómo Jesús en una aparición le mostró cuanto amor manifiesta en la comunión espiritual. La santa pensaba que la comunión espiritual comprada con la comunión sacramental no tenía ningún valor. Jesús se le apareció con dos cálices en las manos y dijo: "En este cáliz dorado pongo todas tus comuniones sacramentales, en el cáliz de plata pongo todas tus comuniones espirituales. Los dos cálices son muy queridos para mí".

A Santa Margarita de Alacoque, que persistentemente anhelaba a Jesús en el tabernáculo, en una ocasión Jesús le dijo: "El deseo de un alma al recibirme es muy apreciada para mí y por esto siempre voy cuando un alma con tanto anhelo me llama". Por eso los santos amaron y apreciaron la comunión espiritual. Ellos deseaban con "el amado siempre ser uno". Jesús dijo: "Permaneced en mí y Yo permaneceré en vosotros" (Jn 15,4). La comunión espirtual nos ayuda a estar unidos a Jesús si nos encontramos lejos de su tabernáculo. Noha existido otro medio que haya podido satisfacer tanto el anhelo de los santos de poder encontrarse con Jesús. Como dice el salmo: "Como anhela la vierva las corrientes de las aguas; así te anhela mi alma; oh Dios" (S 42,1).

"Oh, mi Amado" decía Santa Katarina Genovska: "Anhelo tanto estar contigo. Si muriera desearía resucitar para poder recibirte en la santa comunión". Santa Ágata de la Cruz sentía un gran deseo de estar unida a Jesús en la Santa Eucaristía: "Si mi confesor no me hubiera enseñado a comulgar espiritualmente, no podría vivir".

Durante el día

Es bueno recordar el consejo que San Pío dia a su hija espiritual: "Si durante el día lo necesitas, llama a Jesús ardientemente, y en medio de su trabajo, si le llamamos con el alma ardiente, Él vendrá. Con el poder de su gracia y de su amor estará siempre contigo. Ve al tabernáculo en espíritu, que descanse tu alma y recibe a tu querido Jesús en un abrazo". Hemos de aprovechar este gran regalo, especialmente en pruebas de tiempo y abandono. No existe nada más valioso que la unión con Jesús en la comunión espiritual. Este santo ejercicio puede llenar nuestros días con amor, nos pone en contacto con el abrazo de Jesús tantas veces cuanto deseemos hasta la unión total con Él. Santa Ángela Merici no podía vivir sin este ejercicio y lo enseñó a sus hijas dejándolo como patrimonio espiritual.

La vida de San Francisco de Sales estuvo llena de comuniones espirituales y su intención era recibir la comunión espiritual cada cuarto de hora. La misma intención tenía Santo Masimilian Kolbe, y el siervo de Dios, Andria Baltramini, en cuyo diario dedica una parte a la comunión espiritual donde dice: "Donde quiera que me encuentre sin cesar pienso en la comunión espiritual, y si me despierto por la noche deseo adorar a Jesús en el Santísimo Sacramento".

Durante la noche

Los santos conocían bien cuánta gracia se recibe en la unión espiritual con Jesús. Eran conscientes que de esta manera le mostraban su amor. Santa Bernardita pedía a sus hermanas que la despertaran para recibir a Jesús espiritualmente.

Mientras, San Roque, en Montpellier, cumpliendo una pena de prisión de cinco años porque pensaban que era un peligroso vagabundo, dirigía siempre su mirada hacia la ventana. Cuando le preguntaron por qué lo hacía, el santo respondió: "Veo la torre roja". Para él era el símbolo del tabernáculo y representaba su amor hacia Jesús eucarístico. Decía a los fieles "Cuando veáis la torre de una iglesia decid: Allí está Jesús porque allí está el sacerdote que celebra la eucaristía".

Aprendamos de los santos. Que por su poderosa intercesión nos ayuden a que nuestros corazones estén resplandecientes por medio de su amor. Durante el día practiquemos la comunión espiritual, especialmente en los momentos difíciles. Es muy reconfortante lo que nos dice San Leonardo de Porto Maurizio: "Si durante el día a menudo precticáis la comunión espiritual, cuando estéis en una misa vuestro corazón será totalmente transformado".

Reflexión de Fray Petar Ljubicic

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