domingo, 5 de octubre de 2014

LA ESFERA MARAVILLOSA


                                         

"Poco antes de comenzar el sábado vi a Jesús en las cercanías de unas tiendas de pastores; y hallando un pozo se sentó junto a él con sus acompañantes y allí se lavaron los pies unos a otros. Luego celebró el sábado, aunque estaba en el extranjero, en contradicción de lo que le acusaban los fariseos, de que profanaba el sábado. Pasó la noche al aire libre, con sus tres discípulos, junto al pozo. No había viviendas estables ni se veían mujeres entre los pastores: sólo tenían unos refugios nocturnos en las praderas. A la mañana siguiente se agruparon en torno de Jesús para escucharle. Él les preguntó si no habían oído decir que treinta y tres años atrás unos hombres habían sido upados por un estrella para saludar al recién nacido Rey de los Judíos. Contestaron: "Sí, sí". Jesús les dijo que Él era ese Rey de los Judíos, que ahora iba a visitar a los mismos que habían ido a visitarlo a Él. Mostraban estos pastores una alegría infantil y mucho amor. Le prepararon un lugar para descansar bajo las ramas de unas palmeras. Me admiró la ligereza con que cortaban ramas y plantas con sus cuchillos de piedra afilada o de hueso; en un momento prepararon un cómodo asiento. Jesús, sentado en medio de ellos, les enseñó en hermosas parábolas; y estos cuarenta hombres les escuchaban con sencillez de niños y rezaron después con Jesús. Por la tarde levantaron una tienda y la juntaron con otra, haciendo de este modo una sola más grande, donde prepararon una comida que consistió en frutas, una especie de sopa o jugo y leche de camello. Como Jesús bendijo los alimentos, preguntaron por qué lo hacía, y como entendieron el fin quisieron que bendijese los demás alimentos que tenían de reserva. Jesús los complació. Como le trajeron cosas blandas que no durarían, Jesús les dijo que trajeran frutas y otros alimentos que podían conservarse bendecidos. He visto que esa especie de bolas blancas eran de arroz. Les dijo Jesús que a estos alimentos que ahora bendecía les mezclasen siempre otros nuevos antes de que se acabasen los bendecidos; les aseguró que no perdían la bendición y que nunca se les echarían a perder esos alimentos. Me fue dicho que los Reyes ya saben por un aviso recibido en sueños que Jesús está en camino hacia sus tierras.

Hoy vi de nuevo al Señor sentido bajo las palmeras, rodeado de los pastores. Les enseñó sobre la creación del mundo, la culpa del hombre, la promesa de la Redención. Les preguntó si ellos no tenían acaso en sus tradiciones algunas promesas. Sabían algo de Abraham y de David, pero muy mezclado con fábulas. Se portaban con la sencillez de los niños en la escuela: si alguno sabía algo de lo que Jesús preguntaba, lo decía con ingenuidad. Como Jesús vio esta su sencillez infantil, hizo allí una maravilla. En el momento que explicaba y le escuchaban con tanta atención, extendió Jesús su mano derecha hacia un rayo del sol, y vi en su mano una pequeña esfera luminosa, que después se agrandaba, colgaba de su mano derecha. Todo lo que Jesús explicaba se podía ver en esa esfera luminosa. Como yo viera al Hijo en la esfera, no lo veía más allí sentado, sino a un ángel que se movía en torno de la esfera. Una vez vi que Jesús tomó la esfera en su mano, otra me pareció que su misma mano era la esfera luminosa, donde se veían sucederse innumerables cuadros y figuras. Oí también algo sobre números, creo que 360 o 365, como días del año y se veían figuras de los mismo en la esfera luminosa.

Jesús les enseñó después una oración breve, que me recordó al Padrenuestro, y les señaló tres intenciones con las que convenía que orasen: acción de gracias por la Creación, por la Redención, y la tercera, creo, recordando el Juicio Final. En esa esfera luminosa he visto desenvolverse todos los cuadros de la Creación, de la caída del hombre, y luego de la Redención con los medios para participar de esa Redención y salvación. En los cuadros de la Creación se veía cómo todas las cosas creadas venían de la Santísima Trinidad por medio de rayos luminosos. Otros cuadros se desarrollaron arrendados de ese centro. Jesús les hizo entender, por haberse formado y salido de su mano la esfera luminosa, que toda la Creación salí o del poder de Dios. El colgar la esfera como de un hilo de su mano explicaba el peligro de esa Creación separada de Dios por el pecado, y el tenerla por último de su mano era para dar una idea de su poder en el Juicio Final. Habló de los años y días conforme a lo que veían en esos cuadros de la creación y del trabajo, descanso y culto a Dios.

Cuando Jesús terminó su explicación, se desvaneció la esfera luminosa sin saberse como se había formado. Las gentes quedaron tan admiradas y llenas de confusión por su propia miseria que, junto con los tres jóvenes, se echaron al suelo con el rostro pegado a la tierra, llorando en actitud de adoración. También Jesús se mostró afligido y se postró como los otros sobres su rostro. Después de algún tiempo los jóvenes se alzaron y Jesús y los demás se levantaron. Como preguntaron a Jesús por qué estaba tan triste, contestó que Él estaba triste con los que están tristes."

Revelaciones y visiones de la Beata Ana Catalina Emmerick (1774-1824)

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