Padre Pío, tú viviste en el siglo del orgullo, y fuiste humilde.
Padre Pío, tú pasaste entre nosotros en la época de las riquezas soñadas, jugadas y adoradas,
y permaneciste pobre.
Padre Pío, junto a ti ninguno oía la Voz, y tú hablabas con Dios.
Cerca de ti ninguno veía la Luz, y tú veías a Dios.
Padre Pío, mientras nosotros corríamos afanosos, tú te quedabas de rodillas
y veías el Amor de Dios clavado a un Madero,
herido en las manos, en los p ies y en el corazón, ¡para siempre!
Padre Pío, ayúdanos a llorar delante de la Cruz,
ayúdanos a cerer delante del Amor,
ayúdanos a sentir la Misa como llanto de Dios,
ayúdanos a buscar el perdón como abrazo de paz,
ayúdanos a ser cristianos con las heridas
que derraman sangre de caridad fiel y silenciosa,
¡como las heridas de Dios! Amén.
ANGELO COMASTRI
No hay comentarios:
Publicar un comentario