Alma querida, cualquiera que seas, tal vez la más desamparada de la tierra, la más olvidada, la más incomprendida, la más sola, la que crees que no tienes a nadie en quien descansar, para mí eres la más querida.
Quiero que sepas que por ti, oh hija queridísima de mi seno de Iglesia, estoy "entre el vestíbulo y el altar"(Joel 2,17) ejerciendo mi sacerdocio, y llorando, como Santa Mónica, para alcanzar de Dios la vida que tú necesitas. Quiero que sepas también que ni el tiempo ni las distancias existen para mí; me da igual que vivas en este siglo, que hayas existido en el principio de los tiempos o vayas a vivir al final de los mismos.
Seas desgraciada o feliz, tú que este escrito lees, has de saber que mi alma ha estado contigo en esos momentos en que el silencio y la soledad te envuelve, acompañándote y dándote calor de hogar. Porque he sido hecha por Dios madre tuya, ya que no hay distancias ni tiempos para la esposa del Espíritu Santo, que, sintiéndose fecundizada por Él, se sabe madre universal de todas las almas, experimentado en sí que ama a todas y a cada una, con la misma capacidad al amar a todas que al amar a cada una.
MADRE TRINIDAD DE LA SANTA MADRE IGLESIA
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