La Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios. ¡Cuántas páginas de la Sagrada Escritura pueden ser meditadas en las semanas de Cuaresma para redescubrir el rostro misericordioso del Padre! Con las palabras del profeta Miqueas también nosotros podemos repetir: Tú, oh Señor, eres un Dios que cancelas la iniquidad y perdonas el pecado, que no mantienes para siempre tu cólera, pues amas la misericordia. Tú, Señor, volverás a compadecerte de nosotros y a tener piedad de tu pueblo. Destruirás nuestras culpas y arrojarás en el fondo del mar todos nuestros pecados (cfr 7,18-19).
Las páginas del profeta Isaías podrán ser meditadas con mayor
atención en este tiempo de oración, ayuno y caridad: « Este es el ayuno
que yo deseo: soltar las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo,
dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los yugos; compartir tu
pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que
veas desnudo y no abandonar a tus semejantes. Entonces despuntará tu luz
como la aurora y tu herida se curará rápidamente; delante de ti
avanzará tu justicia y detrás de ti irá la gloria del Señor. Entonces
llamarás, y el Señor responderá; pedirás auxilio, y él dirá: “¡Aquí
estoy!”. Si eliminas de ti todos los yugos, el gesto amenazador y la
palabra maligna; si partes tu pan con el hambriento y sacias al afligido
de corazón, tu luz se alzará en las tinieblas y tu oscuridad será como
al mediodía. El Señor te guiará incesantemente, te saciará en los
ardores del desierto y llenará tus huesos de vigor; tú serás como un
jardín bien regado, como una vertiente de agua, cuyas aguas nunca se
agotan » (58,6-11).
La iniciativa “24 horas para el Señor”, a celebrarse durante
el viernes y sábado que anteceden el IV domingo de Cuaresma, se
incremente en las Diócesis. Muchas personas están volviendo a acercarse
al sacramento de la Reconciliación y entre ellas muchos jóvenes, quienes
en una experiencia semejante suelen reencontrar el camino para volver
al Señor, para vivir un momento de intensa oración y redescubrir el
sentido de la propia vida. De nuevo ponemos convencidos en el centro el
sacramento de la Reconciliación, porque nos permite experimentar en
carne propia la grandeza de la misericordia. Será para cada penitente
fuente de verdadera paz interior.
Nunca me cansaré de insistir en que los confesores sean un verdadero
signo de la misericordia del Padre. Ser confesores no se improvisa. Se
llega a serlo cuando, ante todo, nos hacemos nosotros penitentes en
busca de perdón. Nunca olvidemos que ser confesores significa participar
de la misma misión de Jesús y ser signo concreto de la continuidad de
un amor divino que perdona y que salva. Cada uno de nosotros ha recibido
el don del Espíritu Santo para el perdón de los pecados, de esto somos
responsables. Ninguno de nosotros es dueño del Sacramento, sino fiel
servidor del perdón de Dios. Cada confesor deberá acoger a los fieles
como el padre en la parábola del hijo pródigo: un padre que corre al
encuentro del hijo no obstante hubiese dilapidado sus bienes. Los
confesores están llamados a abrazar ese hijo arrepentido que vuelve a
casa y a manifestar la alegría por haberlo encontrado. No se cansarán de
salir al encuentro también del otro hijo que se quedó afuera, incapaz
de alegrarse, para explicarle que su juicio severo es injusto y no tiene
ningún sentido ante la misericordia del Padre que no conoce confines.
No harán preguntas impertinentes, sino como el padre de la parábola
interrumpirán el discurso preparado por el hijo pródigo, porque serán
capaces de percibir en el corazón de cada penitente la invocación de
ayuda y la súplica de perdón. En fin, los confesores están llamados a
ser siempre, en todas partes, en cada situación y a pesar de todo, el
signo del primado de la misericordia.
Misericordiae Vultus
BULA DE CONVOCACIÓN
DEL JUBILEO EXTRAORDINARIO
DE LA MISERICORDIA
DEL JUBILEO EXTRAORDINARIO
DE LA MISERICORDIA
FRANCISCO
OBISPO DE ROMA
SIERVO DE LOS SIERVOS DE DIOS
A CUANTOS LEAN ESTA CARTA
GRACIA, MISERICORDIA Y PAZ
OBISPO DE ROMA
SIERVO DE LOS SIERVOS DE DIOS
A CUANTOS LEAN ESTA CARTA
GRACIA, MISERICORDIA Y PAZ
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