Quien deja entrar a Cristo no pierde nada, nada, absolutamente nada, de lo que hace la vida libre, bella y grande.
¡No!Sólo conesta amistad se abren las puertas de la vida.
Sólo con esta amistad se abren realmente las grandes potencialidades de la condición humana.
Sólo con esta amistad experimentamos lo que es bello y lo que nos libera.
Así, hoy, y quisiera, con gran fuerza y gran convicción, a partir de la experiencia de una larga vida personal, decir a todos vosotros, queridos jóvenes:
¡No tengáis miedo a Cristo!
Él no quita nada y lo da todo.
Quien se da a Él, recibe ciento por uno.
Sí, abrid, abrid de par en par las puertas a Cristo, y encontraréis la verdadera vida.
Amén.
BENEDICTO XVI
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