"Por tanto, el que pronuncia el Padrenuestro es el que está realmente en camino de conversión, quien quiere que venza Cristo en mí, que desea que sea el hombre celestial quien hable, que actúe y pida. ¡Cuántas peticiones y cuántos deseos hay en nuestra vida que no proceden del hombre caído, del hombre derrotado por el pecado, del hombre cautivado por el diablo! ¡Cuántas peticiones, cuántos deseos materialistas y hedonistas, deseos que no tienen nada que ver con Dios, deseos de venganza, de ira...!
Les digo todo esto con vehemencia porque el tema lo merece. Algunos pueden pensar que todo está en calma. ¿Cómo que está en calma? ¡Dentro de nosotros está abierta una profunda guerra! ¿O es que alguien puede decir que la sangre de Cristo en la cruz fue por una minucia? No; porque en nosotros hay una guerra. Dios, que nos ha creado para Sí, lo ha entregado todo e incluso se ha entregado a sí mismo para que nadie robe la gloria que nos quiere regalar.
Por tanto, que cada vez que recemos el Padrenuestro y digamos que estás en el cielo, inmediatamente estamos diciendo a Dios: Dios mío, estoy en actitud de conversión y quiero que hable el hombre nuevo, el hombre celeste, no quiero que sea el diablo quien ponga en mí palabras.
Hoy decía el Papa una cosa bellísima: que el diablo empleaba argumentos bíblicos muy bien traídos. ¿Por qué? Porque muchas veces nosotros, para justificar nuestra vida de hombre viejo, de hombre caído, empleamos mil discursos que cuadran bastante bien, que son vistosos, obvios y atractivos. Perdoen por esta caído ontológica, per me viene ahora a la cabeza esa escena de una película de los hermanos Marx en la que Gruocho está jugando a un solitario a las cartas. De repente mira a un lado, mira a otro, y se saca una carta de la manga. ¡Se ha engañado a sí mismo! Pues igual nos ocurre a nosotros. ¡Nos engañamos a nosotros mismos, nos argumentamos a nosotros mismos para engañarnos, para decirnos que es el hombre celestial quien habla! Pero a Dios no le engaña nadie; y en el fondo, nosotros tampoco nos engañamos.
Por eso, hermanos, ¡qué frase tan bonita!: que estás en el cielo. Cuando utilizas la frase que estás en el cielo, te cautiva porque estás diciendo que va a hablar el hombre redimido por Ti, el hombre que saborea las delicias del Señor. Hoy sería la primera cosa que debemos cuestionarnos: ¿es el hombre redimido, y el que actúa, el mismo que está hablando? ¿O es otro?".
Pablo Domínguez Prieto, sacerdote y decano de Teología de la Universidad de San Dámaso, en Madrid (Reflexión y meditación dirigida a unos sacerdotes colombianos en unos ejercicios espirituales).
Toda la información sobre la película cuyo protagonista es el maravilloso
sacerdote Pablo Dominguez, que se llama: “La Ultima Cima” se encuentra en la
siguiente dirección:
http://www.laultimacima.com
Se proyecta a petición popular.
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