martes, 31 de marzo de 2015

DIÁLOGO CON JESÚS

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Jesús, esta Semana Santa es una excelente oportunidad para dedicar más tiempo a fijarme en los demás, como ha propuesto el Papa. Same tu luz para emprender una labor de fermento en mi propia familia, en mi propia ambiente, para vivir un cristianismo más dinámico, más apasionado, que no mida el esfuerzo o sacrificio.

Dame la generosidad de María, que supo escoger siempre la mejor parte.

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lunes, 30 de marzo de 2015

ARCÁNGEL SAN RAFAEL

                                         Arcángel San Rafael 

Imagen del Arcángel San Rafael que se guarda en dependencias del Real Oratorio de Caballero de Gracia (calle Caballero de Gracia, 5 , Madrid ). Representa al Arcángel San Rafael junto al joven Tobías con un pez.


Según el libro de Tobías, Antiguo Testamento, el Arcángel San Rafael acompañó a Tobías en un largo viaje, y ayudó a Tobías y a su familia. Durante el largo viaje, Tobías visitó a su pariente Ragüel, quien tenía una hija única, Sara, cuyos anteriores pretendientes habían muerto. Tobías, que también era hijo único, tomó a Sara por esposa, y pues no murió como los anteriores, Ragüel bendijo a Dios diciendo:


"Bendito eres tú, Dios, con toda bendición pura y santa; que tus santos y todas tus criaturas te bendigan por todos los siglos. Bendito eres porque me has regocijado, y no me aconteció como me figuraba, sino que hiciste con nosotros según tu gran misericordia. Bendito eres porque tuviste misericordia de los dos hijos únicos. Ten misericordia con ellos, Señor, haz que lleguen al cabo de su vida en buena salud, con regocijo y misericordia" (Tb. 8, 15-17)

ARCÁNGEL SAN RAFAEL, RUEGA POR NOSOTROS.


viernes, 27 de marzo de 2015

ORACIÓN EN EL LUGAR DE LAS APARICIONES EN MEDJUGORJE

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María, aquí estoy, en Tu Podbrdo. Aquí estoy, en el lugar donde los ojos de los por Ti elegidos Te miraron por vez primera. Aquí estoy, oh Señora, en el sito que escogiste para comenzar esta gran renovación de Tus hijos. Aquí estoy, Madre llena de amor, en el rincón que Tú llenaste con Tu presencia. Aquí estoy, Reina de la Paz, en el punto desde el cual, con una enorme cruz en Tus manos y en medio de Tu llanto, llamaste a todos a la reconciliación y a la paz. He venido a estar Contigo en este lugar. En silencio y en soledad, sobre este terreno pedregoso, quiero decirte "gracias".

¡Gracias Madre por haber venido a nosotros! ¡Gracias por Tu particular predilección por los sencillos, los pequeños y los humildes! ¡Gracias por el amor y el cuidado maternal que nos procuras! ¡Gracias por la esperanza y el gozo que nos has proporcionado con Tu venida! ¡Gracias por compartir nuestra alegría!

"Queridos hijos, también hoy doy gracias al Señor por todo lo que está haciendo por mí, y de manera especial por el don de poder estar hoy con ustedes. Queridos hijos, estos son días en los que el Padre ofrece gracias particulares a todo aquellos que el abren el corazón. Yo los bendigo y deseo que también ustedes, queridos hijos, conozcan las gracias y que pongan todo a disposición de Dios par aque El sea glorificado a través de ustedes. Mi corazón sigue atentamente cada uno de sus pasos. Gracias por haber respondido a mi llamado." (25 de diciembre de 1986)

María, gracias por haber abierto tantos corazones con Tu amor maternal, de tal manera que ahora estas almas se han puesto a la disposición de Dios, como Tú misma lo hiciste.

Padre Celestial, me uno a María para decirte con Ella: "Aquí estoy Señor, dispuesto a hacer Tu voluntad". No me será dificil, tomando en cuenta la paz y el amor que ahora siento. Me abro a Tu palabra, como se abrieron los ojos de los videntes, en el momento de su encuentro maravilloso con Tu esclava y Madre nuestra.

Padre, permite hoy a María tocar mi corazón y mi vida, tal y como Ella tocó estas rocas, zarzas y matorrales. A menudo, mi corazón se vuelve tan duro como las piedras y tan hiriente como las espinas de estos matorrales. Padre, permite a Nuestra Señora tomarme en Su regazo, como al Niño que traía en Sus brazos y que mostró desde lejos a los videntes, en el segundo día de las apariciones. La vida me ha golpeado duramente. Permite que hoy encuentre el alivio y la serenidad en el regazo de María.

Madre, gracias por la experiencia que vivieron los videntes, en el segundo día de Tus aparciones. Ellos fueron capaces de llegar hasta aquí casi volando, sin sentir las piedras ni las espinas. Corrían hacia Ti y nadie pudo alcanzarlos. ¡Oh Señora querida, mira mis pasos en falso y todas las veces que me he sentido ahogado y sin fuerza paa moverme! Frecuentemente me quedo atorado en los problemas y no logro continuar mi camino. Mi corazón y mis ojos se vuelven siempre hacia las rocas y matorrales de la vida, de tal manera que me resulta imposible divisar el camino en medio de ellas y, aun cuando lo intento, en poco tiempo me fatigo y claudico. Hoy he subido a Tu colina. A diferencia de los videntes, no llegué aquí como un tiro de piedra. Pero precisamente po eso. Te pido de corazón en este santo lugar, que a través de Tu bendición hagas más sencillo mi caminar por el mundo. Me pongo enteramente a Tu disposición, a pesar de toda la debilidad que poseo y que ha sido ocasionada por mi pecado e iniquidad. ¡María, gracias por haberte rebajado para estar junto a todos nosotros!

Oro a Ti en favor de aquellos que aún están lejos de alcanzar esta cima y que se han detendio en el camino agobiados por la fatiga. Haz que se llenen de gozo por Tu venida, así como Tú te regocijas por cada uno de los que llegamos aquí arriba. Ayúdanos a ponerse en marcha, a reconciliarse y a sobreponerse a todo terreno pedregoso que encuentren en la vida y que hallen siempre nuevas formas de permanecer firmes ante la adversidad.

Te pido María por el mundo entero, también por los que tienen a su cargo el gobierno de las naciones y estados. Dirige sus corazones hacia la paz. ¡Bendícelos, para que sepan conducir a otros por el camino de la paz!

¡Oh Madre Inmaculada, quiero que mi corazón llegue a se totalmente obediente y tan puro como el Tuyo lo fue! Igualmente deseo, a partir de ahora, permanecer siempre en la luz, envuelto con el manto del amor y la salvación. Quiero, como Tú, mantener bajo mis pies todo pecado e iniquidad. Contigo Madre quiero aplastar la cabeza de Satanás. Quiero ser enteramente Tuyo María. Gracias por haber dicho que Tú deseas transformar mí corazón y conformarlo de acuerdo a Tu Corazón Inmaculado y materno. Haz que regrese así transfigurado, a mi familia, a las otras personas, al mundo.

Y ahora, quiero estar en silencio y no hablar más. Solamente deseo sentir Tu amor y Tu presencia en mi corazón, en mi alma. Deseo escuchar los latidos de mi corazón, mientras me reclino contra una roca, como si lo hiciera contr Tu regazo. Serena mi corazón, para que llegue a él la paz... ¡bendíceme Madre! Amén.

SLAVKO BARBARIC, O. F. M.

jueves, 26 de marzo de 2015

VERDADERO DIOS Y VERDADERO HOMBRE

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464 El acontecimiento único y totalmente singular de la Encarnación del Hijo de Dios no significa que Jesucristo sea en parte Dios y en parte hombre, ni que sea el resultado de una mezcla confusa entre lo divino y lo humano. Él se hizo verdaderamente hombre sin dejar de ser verdaderamente Dios. Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre. La Iglesia debió defender y aclarar esta verdad de fe durante los primeros siglos frente a unas herejías que la falseaban.
465 Las primeras herejías negaron menos la divinidad de Jesucristo que su humanidad verdadera (docetismo gnóstico). Desde la época apostólica la fe cristiana insistió en la verdadera encarnación del Hijo de Dios, "venido en la carne" (cf. 1 Jn 4, 2-3; 2 Jn 7). Pero desde el siglo III, la Iglesia tuvo que afirmar frente a Pablo de Samosata, en un Concilio reunido en Antioquía, que Jesucristo es Hijo de Dios por naturaleza y no por adopción. El primer Concilio Ecuménico de Nicea, en el año 325, confesó en su Credo que el Hijo de Dios es «engendrado, no creado, "de la misma substancia" [en griego homousion] que el Padre» y condenó a Arrio que afirmaba que "el Hijo de Dios salió de la nada" (Concilio de Nicea I: DS 130) y que sería "de una substancia distinta de la del Padre" (Ibíd., 126).
466 La herejía nestoriana veía en Cristo una persona humana junto a la persona divina del Hijo de Dios. Frente a ella san Cirilo de Alejandría y el tercer Concilio Ecuménico reunido en Efeso, en el año 431, confesaron que "el Verbo, al unirse en su persona a una carne animada por un alma racional, se hizo hombre" (Concilio de Efeso: DS, 250). La humanidad de Cristo no tiene más sujeto que la persona divina del Hijo de Dios que la ha asumido y hecho suya desde su concepción. Por eso el concilio de Efeso proclamó en el año 431 que María llegó a ser con toda verdad Madre de Dios mediante la concepción humana del Hijo de Dios en su seno: "Madre de Dios, no porque el Verbo de Dios haya tomado de ella su naturaleza divina, sino porque es de ella, de quien tiene el cuerpo sagrado dotado de un alma racional [...] unido a la persona del Verbo, de quien se dice que el Verbo nació según la carne" (DS 251).
467 Los monofisitas afirmaban que la naturaleza humana había dejado de existir como tal en Cristo al ser asumida por su persona divina de Hijo de Dios. Enfrentado a esta herejía, el cuarto Concilio Ecuménico, en Calcedonia, confesó en el año 451:
«Siguiendo, pues, a los Santos Padres, enseñamos unánimemente que hay que confesar a un solo y mismo Hijo y Señor nuestro Jesucristo: perfecto en la divinidad, y perfecto en la humanidad; verdaderamente Dios y verdaderamente hombre compuesto de alma racional y cuerpo; consubstancial con el Padre según la divinidad, y consubstancial con nosotros según la humanidad, "en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado" (Hb 4, 15); nacido del Padre antes de todos los siglos según la divinidad; y por nosotros y por nuestra salvación, nacido en los últimos tiempos de la Virgen María, la Madre de Dios, según la humanidad.
Se ha de reconocer a un solo y mismo Cristo Señor, Hijo único en dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación. La diferencia de naturalezas de ningún modo queda suprimida por su unión, sino que quedan a salvo las propiedades de cada una de las naturalezas y confluyen en un solo sujeto y en una sola persona» (Concilio de Calcedonia; DS, 301-302).
468 Después del Concilio de Calcedonia, algunos concibieron la naturaleza humana de Cristo como una especie de sujeto personal. Contra éstos, el quinto Concilio Ecuménico, en Constantinopla, el año 553 confesó a propósito de Cristo: "No hay más que una sola hipóstasis [o persona] [...] que es nuestro Señor Jesucristo, uno de la Trinidad" (Concilio de Constantinopla II: DS, 424). Por tanto, todo en la humanidad de Jesucristo debe ser atribuido a su persona divina como a su propio sujeto (cf. ya Concilio de Éfeso: DS, 255), no solamente los milagros sino también los sufrimientos (cf. Concilio de Constantinopla II: DS, 424) y la misma muerte: "El que ha sido crucificado en la carne, nuestro Señor Jesucristo, es verdadero Dios, Señor de la gloria y uno de la Santísima Trinidad" (ibíd., 432).
469 La Iglesia confiesa así que Jesús es inseparablemente verdadero Dios y verdadero Hombre. Él es verdaderamente el Hijo de Dios que se ha hecho hombre, nuestro hermano, y eso sin dejar de ser Dios, nuestro Señor:
Id quod fuit remansit et quod non fuit assumpsit ("Sin dejar de ser lo que era ha asumido lo que no era"), canta la liturgia romana (Solemnidad de la Santísima Virgen María, Madre de Dios, Antífona al «Benedictus»; cf. san León Magno, Sermones 21, 2-3: PL 54, 192). Y la liturgia de san Juan Crisóstomo proclama y canta: "¡Oh Hijo unigénito y Verbo de Dios! Tú que eres inmortal, te dignaste, para salvarnos, tomar carne de la santa Madre de Dios y siempre Virgen María. Tú, Cristo Dios, sin sufrir cambio te hiciste hombre y, en al cruz, con tu muerte venciste la muerte. Tú, Uno de la Santísima Trinidad, glorificado con el Padre y el Santo Espíritu, ¡sálvanos! (Oficio Bizantino de las Horas, Himno O' Monogenés").

CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA

miércoles, 25 de marzo de 2015

PLEGARIA DE SAN JUAN PABLO II ANTE LA TUMBA DE SAN ALBERTO MAGNO

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¡Oh Dios, eres admirable en tus santos!
Constituido por Ti Supremo Pastor de la Iglesia de Jesucristo, humildemente doblo la rodilla hoy como peregrino ante la tumba de San Alberto, para enaltecerte con todos los creyentes en la celebración del VII centenario de su muerte y agradecerte las obras de su vida por las que Tú lo has erigido en maestro de la fe y ejemplo de vida cristiana para tu Iglesia.
Oh Dios, creador nuestro, autor y luz del espíritu humano, tú has enriquecido a San Alberto en el fiel seguimiento de Jesucristo, nuestro Señor y Maestro, con un profundo conocimiento de la fe. La creación misma era para él revelación de tu omnipotente bondad, mientras iba aprendiendo a conocerte y a amarte más profundamente en las criaturas. Asimismo investigó las obras de la sabiduría humana, como también los escritos de los filósofos no cristianos, que le abrieron paso hacia un encuentro con tu gozoso mensaje. Especialmente lo capacitaste con el don del discernimiento para defenderse del error, profundizar en la verdad y difundirla entre los hombres. Por eso, lo has constituido en maestro de la Iglesia y de todos los hombres.
Hermanados en la intercesión de San Alberto, imploramos tu misericordia:
— Envía a tu Iglesia, también en nuestro tiempo, maestros de la verdad, capaces de interpretar y anunciar oportunamente a los hombres tu alegre mensaje con la palabra y el testimonio de una vida santa: Te rogamos, óyenos.
— Abre los corazones de los hombres con la gracia de una fe viva, para que descubran la presencia de Dios en la creación y en sus propias vidas, y correspondan plenamente a su santa voluntad: Te rogamos, óyenos.
— Acompaña e ilumina con tu Santo Espíritu el servicio de los investigadores y profesores, presérvalos del orgullo y vanidad, y da a los estudiosos de la naturaleza responsabilidad en el contacto con los dones de tu creación: Te rogamos, óyenos.
— Da a los responsables de los Estados y de la sociedad inteligencia y conciencia de responsabilidad a fin de que utilicen las conquistas de la ciencia y de la técnica para la paz y el progreso de los pueblos, y no para su perjuicio o completa aniquilación: Te rogamos, óyenos.
— Ayúdanos a todos a encontrar siempre la verdad en medio de los múltiples peligros y errores de nuestro tiempo y a servirte con fidelidad por medio de una atrayente vida de fe: Te rogamos, óyenos.
— Bendice, por la intercesión de San Alberto, a todos los ciudadanos de este país, da paz y unidad al pueblo alemán y haz que siempre tenga presente su responsabilidad en la comunidad internacional: Te rogamos, óyenos.
Acompaña con especial bendición y asistencia esta mi visita pastoral a la República Federal Alemana, fortalece a todos los creyentes en su amor a Cristo y a su Iglesia, para que a través de su testimonio de vida cristiana en la verdad sea también glorificado tu nombre en el mundo de hoy: Te rogamos, óyenos.
San Alberto, ruega por nos, para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
Oremos: Oh Dios, consuelo y fortaleza nuestra, Tú has dado a San Alberto, Obispo y Doctor de la Iglesia, el coraje para subordinar el humano saber a la sabiduría eterna. Fortalece y protege con su intercesión nuestra fe en la desorientación espiritual de nuestros días. Danos la grandeza de su alma, para que el progreso de las ciencias nos ayude también a nosotros a conocerte más profundamente y a acercarnos más a ti. Haznos crecer en el conocimiento de la verdad, que eres Tú mismo, para que un día en unión con todos los santos podamos contemplarte cara a cara. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén.

Iglesia de San Andrés, Colonia
Sábado 15 de noviembre de 1980

martes, 24 de marzo de 2015

SAN JOSÉ, PATRONO DE LA BUENA MUERTE

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Dichoso San José, Padre Nutricio del Hijo de Dios hecho hombre en este suelo, y esposo de la Virgen María, verdadera Madre de Dios, que tuviste la suerte de ser asistido en la hora final de tu existencia por el servicio santo de Jesús y María, y así poder conseguir la meta final, la salvación de tu alma y gozar de Dios por siempre del cielo.

Ayúdame, San José, a pensar durante mi vida en esa hora suprema, para que cumpliendo bien los Mandamientos de Dios y la Doctrina de la Iglesia, y mis obligaciones particulares, pueda en mi última hora ser asistido por vuestro patrocinio, y el de Jesús y de María, para morir seguro de ser recibido en el cielo por nuestro Padre Dios.

Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía.
Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía.
Jesús, José y María, haced que descanse en paz el alma mía.

lunes, 23 de marzo de 2015

ORACIÓN POR LAS VOCACIONES SACERDOTALES

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Señor Jesús, que eliges a los que quieres
para el ministerio sacerdotal; ayúdales,
para que estén siempre atentos a tu palabra, 
para que sepan prescindir de sus gustos y se pongan
incondicionalmente al servicio de tu Pueblo.

Que, como santa Teresa de Jesús, te sientan siempre
cercano, compañero y amigo,
modelo de vida entregada a Dios y a los hermanos.

Atentos a leer, en los signos de este tiempo, 
lo que Tú pides a tu Iglesia y a sus seguidores,
para que tu palabra sea, de nuevo, la luz que
encamine a los hombres y mujeres de nuestro tiempo
hacia la felicidad y plenitud de vida.

Te pedimos, Señor, que tus sacerdotes,
y aquellos que se preparan para recibir el ministerio,
llenos de tu gozo, irradien la alegría de vivir,
de amar y comunicar el Evangelio,
de modo que su vida ilusione a los jóvenes 
y les anime a responder a tu llamada,
para que, como santa Teresa, se pregunten:
"Señor ¿qué mandáis hacer de mí?".
Amén.

viernes, 20 de marzo de 2015

ORACIÓN A LA SAGRADA FAMILIA

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Jesús, María y José
en vosotros contemplamos
el esplendor del verdadero amor,
a vosotros, confiados, nos dirigimos.

Santa Familia de Nazaret,
haz también de nuestras familias
lugar de comunión y cenáculo de oración,
auténticas escuelas del Evangelio
y pequeñas Iglesias domésticas.

Santa Familia de Nazaret,
que nunca más haya en las familias episodios
de violencia, de cerrazón y división;
que quien haya sido herido o escandalizado
sea pronto consolado y curado.

Santa Familia de Nazaret,
que el próximo Sínodo de los Obispos
haga tomar conciencia a todos
del carácter sagrado e inviolable de la familia,
de su belleza en el proyecto de Dios.

Jesús, María y José,
escuchad, acoged nuestra súplica.



PAPA FRANCISCO

ÁNGELUS 

Plaza de San Pedro Jueves 29 de diciembre de 2013

jueves, 19 de marzo de 2015

ORACIÓN A SAN JOSÉ

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Bienaventurado San José,
acudimos en nuestra tribulación;
y, después de invocar
el auxilio de vuestra Santísima Esposa,
solicitamos también
confiadamente vuestro patrocinio.

Por aquella caridad que
con la Inmaculada Virgen María,
Madre de Dios, os tuvo unido,
y por el paterno amor
con que abrazasteis al Niño Jesús,
humildemente os suplicamos
volváis benigno los ojos
a la herencia que
con su Sangre adquirió Jesucristo,
y con vuestro poder
y auxilio socorráis nuestras necesidades.

Proteged, oh providentísimo
Custodio de la Sagrada Familia,
la escogida descendencia de Jesucristo;
apartad de nosotros
toda mancha de error y corrupción;
asistidnos propicio, desde el Cielo,
fortísimo libertador nuestro
en esta lucha
con el poder de las tinieblas;
y, como en otro tiempo
librásteis al Niño Jesús
del inminente peligro de su vida,
así, ahora, defended
la Iglesia Santa de Dios
de las asechanzas de sus enemigos
y de toda adversidad,
y a cada uno de nosotros
protegednos con perpetuo patrocinio,
para que, a ejemplo vuestro
y sostenidos por vuestro auxilio,
podamos santamente vivir
y piadosamente morir
y alcanzar en el Cielo
la eterna felicidad. Amén

miércoles, 18 de marzo de 2015

ORACIÓN POR EL PAPA FRANCISCO

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Señor Jesús,
Tu eres el Buen Pastor,
Siempre satisfaciendo nuestras necesidades y conduciéndonos a la vida eterna.

Te damos gracias por el Papa Francisco,
Tu Vicario en la tierra,
Siervo de los Siervos de Dios.

Dale santidad y fuerza para llevar a cabo su misión,
Y que sea para el mundo un signo de tu amor
Y una clara voz de verdad, de justicia y de la santidad de la vida humana.

Que todo lo que diga y haga
Nos acerque más a ti, 
Que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

martes, 17 de marzo de 2015

ORACIÓN POR LA VIDA NACIENTE

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Señor Jesús,
que con fidelidad visitas y colmas con tu Presencia
la Iglesia y la historia de los hombres;
que en el admirable Sacramento
de tu Cuerpo y tu Sangre
nos haces partícipes de la vida divina
y nos concedes saborear anticipadamente
la alegría de la vida eterna;
te adoramos y te bendecimos.

Postrados delante de ti, fuente y amante de la vida,
realmente presente y vivo en medio de nosotros,
te suplicamos:

Aviva en nosotros el respeto
por toda vida humana naciente,
haz que veamos en el fruto del seno materno
la admirable obra del Creador;
abre nuestro corazón a la generosa acogida
de cada niño que se asoma a la vida.

Bendice a las familias,
santifica la unión de los esposos,
haz que su amor sea fecundo.

Acompaña con la luz de tu Espíritu
las decisiones de las asambleas legislativas,
a fin de que los pueblos y las naciones
reconozcan y respeten
el carácter sagrado de la vida,
de toda vida humana.

Guía la labor de los científicos y de los médicos,
para que el progreso contribuya
al bien integral de la persona
y nadie sufra supresión e injusticia.

Concede caridad creativa a los administradores
y a los economistas,
para que sepan intuir y promover
condiciones suficientes
a fin de que las familias jóvenes puedan abrirse
serenamente al nacimiento de nuevos hijos.

Consuela a las parejas de esposos que sufren
a causa de la imposibilidad de tener hijos,
y en tu bondad provee.

Educa a todos a hacerse cargo
de los niños huérfanos o abandonados,
para que experimenten el calor de tu caridad,
el consuelo de tu Corazón divino.

Con María tu Madre, la gran creyente,
en cuyo seno asumiste nuestra naturaleza humana,
esperamos de ti,
nuestro único verdadero Bien y Salvador,
la fuerza de amar y servir a la vida,
a la espera de vivir siempre en ti,
en la comunión de la santísima Trinidad.
  
ORACIÓN DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI 
Vigilia de oración por la vida naciente
 27 de noviembre de 2010