lunes, 8 de diciembre de 2014

VISIÓN DEL CIELO




                            

Sobre aquella cúpula he visto un mundo todavía superior. He visto en él a la Santísima Trinidad en tres figuras: el Padre, en figura de un anciano revestido de dignidad de gran secreteo, que entregaba al Hijo, a su derecha, el globo del mundo; el Hijo tenía en la otra mano la cruz; a la izquierda del Padre había una figura alada luminosa. En torno de esas Personas había un círculo de veinticuatro anciano sentados sobre sillas. Los Querubines y Serafines estaban, con muchos otros, en torno del trono de Dios, cantando continuamente alabanzas e himnos de gloria. En el medio, sobre San Miguel, estaba María, que tenía en torno innumerables círculos de espíritus luminosos de ángeles y vírgenes.

La gracia que sale de Jesús atraviesa siempre a María, y por medio de ella desciende sobre los tres arcángeles. Cada uno de esos arcángeles irradia tres clases de dones de Dios sobre tres de los coros angélicos de los nueve más inferiores. Estos los reparten siempre más lejos, en toda la naturaleza y en la historia. Cuando el copón fue colocado allá, he visto que por influjo de lo alto,por medio de María y de la múltiple cooperación de todos los cielos y por activo trabajo de todos los coros angélicos, este copón crecía, se hacía una iglesia, y descendía a la tierra sobre un arco. No sé cómo expresarlo.

He visto muchedumbre de hombres que se acercaban a mí con la cabeza vuelta, como si la tierra se hubiese dado vuelta y girase, luego, de pronto, se pusieron de pie dentro de la nueva Jerusalén, que tal era aquella nueva Jerusalén que bajó sobre la antigua y me pareció venir sobre la tierra. Cuando hube visto descender la nueva Jerusalén se cerró esta visión. Caí en la oscuridad y me encaminé a mi casa.

He contemplado, antes de esto, el cuadro de una inmensa batalla. El campo entero estaba lleno de humo; de todas las matas tiraban, pues estaban llenas de soldados. Aquel lugar estaba situado en un bajo. En lontananza surgían grandes ciudades. He visto al Arcángel San Miguel descender con un gran ejército de ángeles y separar a los combatientes. Esto sucederá solamente cuando todo parecerá perdido. Uno de los combatientes invocará a San Miguel y entonces vendrá el momento de la victoria.

Revelaciones y visiones de la Beata Ana Catalina Emmerick (1774-1824)

No hay comentarios:

Publicar un comentario