viernes, 5 de diciembre de 2014

COMO ANA CATALINA EMMERICK PRESTA AYUDA A LOS NECESITADOS


                                                       

Siempre que en mi camino hallo alguna necesidad para cuyo remedio quiere el Señor escuchar de los hombres alguna oración, soy conducida la lugar donde está el necesitado. Veo en tales casos al punto la raíz del mal y muchas veces una escena en que se muestra por completo. Llego al lugar donde duerme el necesitado o me acerco a él, si está despierto, y ofrezco a Dios alguna oración desde lo íntimo de mi corazón para que se digne admitir, en provecho de aquel infeliz, lo que él no puede o no sabe ofrecer. Muchas veces tengo que aceptar en tales casos algún sacrificio. A veces se trata de personas que pidieron la oración de otros y aún la mía. De aquí esos viajes de socorro que tan frecuentemente tengo que hacer. Entonces veo a esas personas volverse a Dios y ser consoladas y comprendo que habrán de recibir pronto lo que les falta, aunque raras veces por modo extraordinario, pues lo reciben según el ordena natural de las cosas, aunque muchas veces sin esperarlo; lo cual da a entender que las necesidades corporales y espirituales on más bien efecto de la mano de los hombres, que se cierra por incredulidad y desconfianza, en vez de levantarse filialmente para pedir y recibir, como si la mano de Dios no diera de buena gana o no estuviera Él presente. Este mismo oficio que he recibido yo, que tengo la gracia de ver, es la misma mano de Dios que envía al corazón ciego que no a entrada a la gracia, un corazón que ve y que la recibe, para que le sirva de canal por donde se comunique la abundancia de la misericordia. Muchas veces debo impedir, en mis viajes, el mal aquí y allá mediante mi intervención, ya difundiendo temor y espanto, ya turbando e interrumpiendo a los que están a punto de causar el daño. Muchas veces he despertado a madres en ocasión que amenazaba peligro a sus hijos.

Revelaciones y visiones de la Beata Ana Catalina Emmerick (1774-1824)

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