Por la señal de la Santa Cruz...
Acto de Contrición:
Jesús, mi Señor y Redentor. Yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón porque con ellos ofendí a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar, y confío en que por Tu infinita misericordia y por los méritos de tu Santa Infancia, me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna.
Jesús, mi Señor y Redentor. Yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón porque con ellos ofendí a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar, y confío en que por Tu infinita misericordia y por los méritos de tu Santa Infancia, me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS DE LA NOVENA
¡Oh Divino Niño Jesús! Confiando en tu infinita misericordia y bondad, quiero
hacer esta novena para presentarte con sencillez mis necesidades espirituales y
materiales.
Cuando vivías entre los hombres, conversabas con tu Padre Celestial, en actitud
confiada de adoración, alabanza, gratitud y petición. Así quiero que sea mi
oración, especialmente en estos días de la novena.
Tú eres nuestro intercesor ante el Padre; Tú pediste por las necesidades de los
hombres. Hoy te presento mis propias necesidades. Me acojo también a la
intercesión de María, Madre tuya y también mi madre, para que, como Ella, me des
fortaleza para aceptar y hacer siempre tu voluntad. Amén.
OREMOS
Haz Señor,
que sepamos reconocer la divinidad de tu Hijo
en la humildad de su Encarnación,
y confesar su omnipotencia
en la debilidad de su infancia,
para que, siguiéndolo con sencillez de corazón,
acojamos como niños tu Reino,
y consigamos el premio prometido a los humildes.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que por ser Dios, vive y reina contigo,
en la unidad del Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén.
que sepamos reconocer la divinidad de tu Hijo
en la humildad de su Encarnación,
y confesar su omnipotencia
en la debilidad de su infancia,
para que, siguiéndolo con sencillez de corazón,
acojamos como niños tu Reino,
y consigamos el premio prometido a los humildes.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que por ser Dios, vive y reina contigo,
en la unidad del Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén.
DÍA QUINTO:
AMOR DEL NIÑO JESÚS PARA CON LOS HOMBRES
AMOR DEL NIÑO JESÚS PARA CON LOS HOMBRES
Dice Jesús: "Como yo os he amado, así también amaos los unos a los otros".
(Jn. 13, 34).
Todas las acciones del Niño Jesús cuando vivía en Nazaret con su Santísima Madre
y el patriarca San José, tuvieron por principio, después de la gloria de su
Padre, el amor universal, el amor a los hombres.
En efecto, este amor fue el que lo obligó a dejar su gloria para revestirse de
nuestra pobre y mortal naturaleza, y llevar una vida oscura, sometida a extrema
pobreza y a toda clase de privaciones, fatigas y persecuciones, hasta morir en
una cruz, y todo lo aceptó y sufrió con gusto para hacernos eternamente felices.
¡Oh mi adorable Niño Jesús! Tan amante y tan poco amado... Perdona mis
olvidos y los del mundo ingrato que no piensa en Ti. Tu corazón dulcísimo que
tanto ha amado a los hombres, sólo ha recibido de ellos ofensas e ingratitudes.
Por este corazón herido por nuestros pecados, haz que en adelante no tenga
corazón sino para amarte a Ti que eres mi único y sumo Bien. Amén.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
Acuérdate, ¡oh dulcísimo Niño Jesús!, que dijiste a la Venerable
Margarita del
Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos, estas palabras
tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo
que quieras pedir, pídelo por los meritos de mi infancia y nada te será negado”.
Lleno de confianza en Ti, ¡oh Jesús!, que
eres la misma verdad,
vengo a presentarte
mis necesidades.
Ayúdame a llevar una auténtica vida cristiana, para conseguir
una eternidad feliz. Por los méritos
infinitos de tu encarnación y de tu infancia, concédeme
la gracia que te estoy pidiendo (aquí se expresa el
favor que se quiere alcanzar). Me entrego a ti, oh Niño Omnipotente, seguro
de que escucharás mi súplica y me fortalecerás en la esperanza. Amén.
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