"Esta noche he pedido mucho por las almas benditas y he visto las numerosas y admirables penas que padecen y la incomprensible misericordia de Dios. También he vuelto a ver al desdichado guerrero inglés y he rogado por él. He visto la infinita justicia y la misericordia de Dios y he comprendido que no hay cosa verdaderamente buena en el nombre de Dios que no sea útil. He visto el bien y el mal pasando de padres a hijos, y convertirse en salud o en desdicha por la voluntad y cooperación de estos. He visto socorrer de un modo admirable a las almas con los tesoros de la Iglesia y con la caridad de sus miembros. Y todo esto era una verdadera sustitución y satisfacción por sus culpas, no faltándose ni a la misericordia ni a la justicia, aunque ambas sean infinitamente grandes.
He visto muchos estados de purificación. A veces he visto castigados a aquellos sacerdotes aficionados a la comodidad y al sosiego, que suelen decir: "Con un rinconcito en el Cielo me contento; yo rezo, digo misa, confieso, etc." Estos sentirán indecibles tormentos y vivísimos deseos de buenas obras y verán a todas las almas a quienes han privado de su auxilio, ante su vista, y tendrán que sufrir un desgarrador deseo de socorrerlas. Toda pereza se convertirá en tormento para el alma, su quietud en impaciencia, su inercia en cadenas, y todos estos castigos no son ya invenciones, sino que proceden clara y admirablemente del pecado, como la enfermedad de la causa que la produce.
En esta ocasión he visto muchas cosas relativas al Purgatorio y especialmente a los niños que mueren antes y después de nacer, lo cual, no pudiéndolo decir con claridad, lo dejo de decir. Lo que siempre veía con certeza es que todo lo que hay en el alma o en el cuerpo, conduce a la luz, y que lo malo conduce a las tinieblas, mientras no sea expiado y borrado; que la justicia y la misericordia son perfecciones de Dios y que la divina misericordia satisface a la justicia divina por los inagotables méritos de Jesucristo y de los santos, unidos con Él en la Iglesia, mediante la cooperación y las obras de la fe, esperanza y caridad de los miembros de su Cuerpo espiritual. Siempre vi que nada se pierde de cuanto se hace en la Iglesia en unión con Jesús; que todo deseo piadoso, todo pensamiento bueno, cualquier obra de caridad hecha por amor de Jesús, redunda en bien de todo el cuerpo de la Iglesia; y que el que no haga otra cosa que rogar a Dios en plena caridad por sus hermanos, ese hace una gran obra saludable."
Revelaciones y visiones de la Beata Ana Catalina Emmerick (1774-1824)
Revelaciones y visiones de la Beata Ana Catalina Emmerick (1774-1824)
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