Al fallecer el Beato Álvaro del Portillo, el Santo Padre Juan Pablo II quiso ir a rezar
ante su cuerpo, en la iglesia prelaticia del Opus Dei. Era la primera vez que el Papa salía del Vaticano para rezar
ante el cuerpo de un amigo difunto y no salieron de su asombro cuando el
Papa, arrodillado ante el cadáver de don Álvaro, se levantó y, en lugar
de rezar un Réquiem, rezó en voz alta un Gloria. Nadie pensó que se
había tratado de un lapsus: a todos los presentes les pareció como una
manifestación indirecta de la opinión que el Papa tenía de don Álvaro...
Este poema lo conservaba el Beato Álvaro del Portillo entre las páginas de su breviario. El texto pertenece el Padre Carmelita J. Caraud.
¡Qué bien se está contigo, Señor, junto al Sagrario!
¡Qué bien se está contigo! ¿Por qué no vendré más?
Hace ya muchos años que vengo aquí a diario
Y aquí te encuentro siempre, Amor Solitario,
Solo, pobre, escondido, pensando en mí quizás.
Tú no me dices nada ni yo te digo nada;
Si Tú lo sabes todo, ¿qué voy a decirte?
Sabes todas mis penas, todas mis alegrías,
Sabes que vengo a verte con las manos vacías
Y que no tengo nada que te pueda servir.
Siempre que vengo a verte, siempre te encuentro solo.
¿Será, Señor, que nadie sabe que estás aquí?
No sé, pero sé, en cambio, que aunque nadie viniera,
Aunque nadie te amara ni te lo agradeciera,
Aquí estarías siempre esperándome a mí.
¿Por qué no vendré más? ¡Qué ciego estoy, qué ciego!
Si sé por experiencia que cuando a Ti me llego
Siempre vuelvo cambiado, siempre salgo mejor.
¿Adónde voy, Dios mío, cuando a mi Dios no vengo?
¡Si Tú me esperas siempre! Si a Ti siempre te tengo,
Si jamás me has cerrado las puertas de tu Amor.
¿Por qué no vendré mas si sé que aquí, a tu lado,
Puedo encontrar, Dios mío, lo que tanto he buscado
Mi luz, mi fortaleza, mi paz, mi único bien?
Si jamás he sufrido, si jamás he llorado,
Señor, sin que conmigo llorases Tú también!
¿Por qué no vendré más, Jesús?
¡Si Tú lo estás deseando, si yo lo necesito!
Si sé que no soy nada cuando no vengo aquí.
Si aquí me enseñarás la ciencia de los santos
Como aquí la buscaron y la aprendieron tantos,
Que fueron tus amigos y gozan ya de Ti.
¿Por qué no vendré más, si sé yo
Que Tú eres el modelo único y necesario
Que nada se hace duro mirándote a Ti aquí?
El Sagrario es la celda donde estás encerrado.
¡Qué pobre, qué obediente, qué manso, qué callado,
¡Qué solo, qué escondido... nadie se fija en Ti!
¿Por qué no vendré más ? ¡Oh, Bondad infinita!
Riqueza inestimable que nada necesita,
Y que te has humillado a mendigar mi amor.
Ábreme ya esa puerta, sea ésa ya mi vida,
Olvidado de todos, de todos escondida,
¡Qué bien se está contigo, qué bien se está, Señor!
Amén.
Que la beatificación de D. Ávaro del Portillo, hoy 27 de septiembre de 2014 en Madrid, nos llene de gracias del cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas. Amén.
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