martes, 2 de septiembre de 2014

DIRECTOS AL PARAÍSO

                    

Santa Teresita del Niño Jesús.

"Es la Doctora de la Iglesia más joven. En una época en la cual los intelectuales católicos profundizaban especialmente el concepto de la justicia de Dios, Teresita se lanzó a los brazos de Dios, que más bien veía como su amigo más querido y como un Padre lleno de amor. Con el libro Historia de un alma, empujó a la Iglesia hacia las profundidades del amor de Dios.

En el Carmelo de Lisieux, la hermana María Filomena había llegado a la convicción de que después de su muerte pasaría por el Purgatorio. Cuando habló de ello con Santa Teresita, esta le contestó: "No tienes suficiente confianza. Tienes demasiado miedo respecto al buen Dios. Puedo asegurarte eu esto le duele mucho. No deberías temerle al Purgatorio porque allí se sufra; en cambio, deberías pedir no merecer ir allá para complacer a Dios, al que tanto le cuesta imponer este castigo. Si intentas complacerle en todo y mantienes una absoluta confianza en Él, en cada momento te purificará con su Amor y no permitirá que quede ningún pecado. De esta forma, puedes estar segura de que no irás al Purgatorio".

Teresita fue incluso más allá, ya que pensaba sinceramente que la gente ofendía a Dios cuando le faltaba la confianza de poder lograr ir directamente al Paraíso después de la muerte. Cuando sus hermanas le declararon que esperaban ir al Purgatorio, ella les contestó: "¡Qué disgusto que me dais! Le hacéis una grave ofensa al Señor, si creéis que iréis al Purgatorio. ¡si amamos, no podemos ir allí!"

El Señor le donó a Santa Teresita del Niño Jesús la gracia de entender que el Purgatorio no había sido concebido como una norma, sino más bien como una excepción. La doctrina nos dice que cada uno de nosotros recibe suficientes gracias para ir directamente ante Dios, después de haber pasado las pruebas de la Tierra. Pero el Purgatorio es una "entrada de seguridad" al Paraiso para quienes no han aprovechado las gracias que Dios les concedió.

Otra vez, una de sus novicias, la hermana María de la Trinidad, le dijo: "¿Qué pasa si fracaso incluso en los asuntos pequeños? ¿Aún puedo esperar ir directa al Cielo?". Santa Teresita, conocedora de las debilidades de su novicia, le contestó: "¡Claro! ¡Dios es tan misericordioso! Él sabrá qué hacer para ir a recogerte. No obstante, intenta serle fiel, para que Él no tenga que esperar en vano tu amor". Más tarde, hablando de sí misma, dijo: "Ya sé que por mí misma no merecería siquiera entra en ese lugar de expiación, puesto que únicamente las almas santas pueden entrar allí. Pero también sé que el Fuego del Amor es más santificante que la cadena del Purgatorio. También sé que Jesús no puede desear inútiles sufrimientos para nosotros y que no me inspiraría las nostalgias que siento si no deseara satisfacerlas". Si las pobres almas del Purgatorio hubiesen conocido en la Tierra lo que les esperaba en la eternidad, ¡el Purgatorio se habría quedado vacío!

La hermana María Febronia no compartía la doctrina de Teresita acerca del Purgatorio, y consideraba un presunción creer que fuera posible irnos directos al Paraíso. Santa Teresita intentó explicar su opinión a la anciana monja, pero no tuvo éxito. Al final, Santa Teresita le dijo: "Hermana, si usted quiere la justicia de Dios, la tendrá. Las almas reciben de Dios exactamente lo que esperan de Él". Menos de un año más tarde, en el mes de enero de 1892, la hermana Febronia murió. Tres meses después, Santa Teresita tuvo un sueño y se lo contó a la madre priora con estas palabras: "Madre, la hermana María Febronia vino la noche pasada y me pidió que rezara por ella. Ahora seguramente está en el Purgatorio, ya que no tuvo la suficiente confianza en la misericordia del buen Dios. De su implorante actitud y de sus profundas miradas parecía que quería decir: "Tenías razón. Me encuentro entregada a la plena justicia de Dios, pero la culpa es mía. Si te hubiera escuchado, ahora no estaría aquí". Teresita escribió incluso a su hermana María: "Lo que a Él le gusta es ver que yo amo mi pequeñez y mi pobreza, la esperanza ciega que tengo en su misericordia... Este es mi único tesoro, madre mía: ¿por qué no debería serlo para usted también?" Teresita nos anima a tratar a Dios con la intrepidez de un niño. ¿Acaso el Reino de Dios no pertenece a los niños?"

Sor Emmanuel Maillard (en su libro "El maravilloso secreto de las almas del Purgatorio")

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