Carta
pastoral, 1-VI-1976.
100 «Si me
preguntáis qué
es lo más esencial en la religión y en la disciplina de Jesucristo
—escribió san Agustín—, os responderé: lo primero es la humildad, lo
segundo, la humildad, y
lo tercero, la humildad» (Epístola
118, 22). Y esto
es así porque «la humildad es la
morada de la caridad» (La santa
virginidad 51): sin
humildad no existe la caridad ni ninguna otra virtud y, por tanto, es imposible
que haya verdadera vida cristiana.
Santa
Teresa de Jesús afirmaba que «la
humildad es andar en verdad» (Las
Moradas VI, 10), es
decir, caminar constantemente en la realidad de lo que somos. ¿Y qué somos cada
uno de nosotros? Hombres y mujeres corrientes, con defectos, como todas las
personas, pero llenos también de ambiciones nobles, de deseos de santidad, que
el Señor pone y fomenta en nuestras almas; pobres criaturas que conocen sus
límites personales y que, al mismo tiempo, son conscientes de que Dios se ha
dignado utilizarlas como instrumentos para extender sus acciones de Amor en el
mundo, en todos los quehaceres nobles, en todas las situaciones honradas de la
sociedad, llegando a todos los pobladores de esta bendita tierra nuestra.
Carta pastoral,
1-VIII-1989.
103 Mirad a la doncella de Nazaret. Convencida de su
pequeñez, nada la distrae de Dios; mantiene su corazón en vela, pronta en cada
momento a alabar y adorar a Quien, desde la eternidad, la ha mirado con
predilección y la ha escogido para una misión excelsa. Su alma se vuelca en un
cántico de alabanza: Magníficat ánima mea Dóminum! (Lc 1, 46).
La decisión de
perseverar, con nuestra Madre, en recogimiento de adoración y de acción de gracias,
exige que nos empeñemos en grabar en el alma la gran lección de humildad que
fluye de la vida entera de María Santísima. Sólo quien adquiere el pleno
convencimiento de su nada, se vuelve idóneo para adorar a Dios, porque los que
se llenan de sí mismos, acaban adorando el propio yo o el falso dios que
fabrican sus pasiones.
Carta pastoral, 2-II-1979, n. 24.
108 La
explosión de santidad que el Señor desea, se traduce en crecer en humildad. A
más humildad, más santidad.
TEXTOS DE MONSEÑOR ALVARO DEL PORTILLO (beatificación el próximo día 27 de septiembre de 2014)
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