Un análisis acróstico de la palabra «familia» [en italiano f-a-m-i-g-l-i-a] nos ayuda a resumir la misión de la Iglesia en la tarea de:
Formar a las nuevas generaciones para que vivan
seriamente el amor, no con la pretensión individualista basada sólo en
el placer y en el «usar y tirar», sino para que crean nuevamente en el
amor auténtico, fértil y perpetuo, como la única manera de salir de sí
mismos; para abrirse al otro, para ahuyentar la soledad, para vivir la
voluntad de Dios; para realizarse plenamente, para comprender que el
matrimonio es el «espacio en el cual se manifiestan el amor divino; para
defender la sacralidad de la vida, de toda vida; para defender la
unidad y la indisolubilidad del vínculo conyugal como signo de la gracia
de Dios y de la capacidad del hombre de amar en serio» (Homilía en la Santa Misa de apertura de la XIV Asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos, XXVII Domingo del Tiempo Ordinario, 4 octubre 2015: L’Osservatore Romano,
ed. semanal en lengua española, 9 octubre 2015, p. 4; y para valorar
los cursos prematrimoniales como oportunidad para profundizar el sentido
cristiano del sacramento del matrimonio.
Andar hacia los demás, porque una Iglesia cerrada en sí
misma es una Iglesia muerta. Una Iglesia que no sale de su propio
recinto para buscar, para acoger y guiar a todos hacía Cristo es una
Iglesia que traiciona su misión y su vocación.
Manifestar y difundir la misericordia de Dios a las
familias necesitadas, a las personas abandonadas; a los ancianos
olvidados; a los hijos heridos por la separación de sus padres, a las
familias pobres que luchan por sobrevivir, a los pecadores que llaman a
nuestra puerta y a los alejados, a los diversamente capacitados, a todos
los que se sienten lacerados en el alma y en el cuerpo, a las parejas
desgarradas por el dolor, la enfermedad, la muerte o la persecución.
Iluminar las conciencias, a menudo asediadas por
dinámicas nocivas y sutiles, que pretenden incluso ocupar el lugar de
Dios creador. Estas dinámicas deben de ser desenmascaradas y combatidas
en el pleno respeto de la dignidad de toda persona humana.
Ganar y reconstruir con humildad la confianza en la
Iglesia, seriamente disminuida a causa de las conductas y los pecados de
sus propios hijos. Por desgracia, el antitestimonio y los escándalos en
la Iglesia cometidos por algunos clérigos han afectado a su
credibilidad y han oscurecido el fulgor de su mensaje de salvación.
Laborar para apoyar y animar a las familias sanas, las
familias fieles, las familias numerosas que, no obstante las
dificultades de cada día, dan cotidianamente un gran testimonio de
fidelidad a los mandamientos del Señor y a las enseñanzas de la Iglesia.
Idear una pastoral familiar renovada que se base en el
Evangelio y respete las diferencias culturales. Una pastoral capaz de
transmitir la Buena Noticia con un lenguaje atractivo y alegre, y que
quite el miedo del corazón de los jóvenes para que asuman compromisos
definitivos. Una pastoral que preste particular atención a los hijos,
que son las verdaderas víctimas de las laceraciones familiares. Una
pastoral innovadora que consiga una preparación adecuada para el
sacramento del matrimonio y abandone la práctica actual que a menudo se
preocupa más por las apariencias y las formalidades que por educar a un
compromiso que dure toda la vida.
Amar incondicionalmente a todas las familias y, en
particular, a las pasan dificultades. Ninguna familia debe sentirse sola
o excluida del amor o del amparo de la Iglesia. El verdadero escándalo
es el miedo a amar y manifestar concretamente este amor.
SÍNODO DE LA FAMILIA 2015
DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
EN LA CLAUSURA DE LOS TRABAJOS
DE LA XIV ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA DEL SINODO DE LOS OBISPOS
EN LA CLAUSURA DE LOS TRABAJOS
DE LA XIV ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA DEL SINODO DE LOS OBISPOS
No hay comentarios:
Publicar un comentario