Con el cuidado que mi madre tenía de hacernos rezar y ponernos en ser devotos de nuestra Señora, y de algunos santos, comenzó a despertarme de edad, a mi parecer, de seis o siete años (ese amor) (V.1,5)
Acuérdome que cuando murió mi madre, quedé yo de edad de doce años. Como yo comencé a entender lo que había perdido, afligida fuime a una imagen de Ntra. Señora y suplicaba fuese mi madre, con muchas lágrimas. (Vida 1,7)
Procuraba soledad para rezar mis devociones, que eran hartas, en especial el rosario, de que mi madre era muy devota. (Vida 1,6).
Parecíame que, aunque se hizo con simpleza, que me ha valido, porque he hallado a esta Virgen soberana en cuanto me he encomendado a Ella. (V 1,7)
Vi a nuestra Señora con grandísima gloria, con manto blanco, y debajo de él, parecía ampararnos a todas. (Vida 36,24)
Era grandísima la hermosura que vi en nuestra Señora, vestida de blanco con grandísimo resplandor. (Vida 33,15)
¡Qué debía pasar la gloriosa Virgen al pie de la cruz. Estaba al pie de la cruz padeciendo su santísima alma y muriendo dura muerte! (conc. 3,11)
Parezcámonos en algo a la gran humildad de la Virgen Santísima... que por mucho que nos parezca nos humillamos. Que damos bien cortas para ser hijas de tal Madre. (Camino 13,3)
No hay comentarios:
Publicar un comentario