BEATA IMELDA LAMBERTINI
¡Oh Bienaventurada
Imelda, amorosísima flor abierta al rayo del Sol Eucarístico!,
henos aquí, amable protectora nuestra, postrados de hinojos
en tu presencia y llenos de santa admiración y piadosos
sentimientos por verte en tan tierna edad abrasada en los fervientes
ardores del amor de Jesús, escondido en el Sagrario.
Pero si el
recogimiento y el ardor de tu oración te pusieron bella
y embalsamada, cual preciosísima flor, a sus divinos ojos,
no nos sucede lo mismo a nosotros. ¡Grande es nuestra confusión
al vernos tan ocupados con las mil vanidades del mundo, aun cuando
queremos orar al pie de los altares! Nuestra alma, apenas en
la primavera de la vida, aparece ya marchita y seca, como si
no bastaran a reanimarla las aguas de la divina gracia. Préstanos
tu ayuda, oh amabilísima Abogada nuestra, que cual rocío
celestial refresques nuestro espíritu, que el mundo ha
marchitado. Aprendan nuestros corazones, al contacto del tuyo,
el amor a Jesús, y vuelvan amor por amor a quien nos ha
amado hasta morir en la Cruz y quedarse en el Tabernáculo
para llegar hasta nosotros.
V. Bienaventurada
Imelda, Patrona de la Primera Comunión, ruega por nosotros.
R. Para que seamos dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Oración.
Señor Jesús, que habiendo abrasado con el fuego
de vuestro amor y recreado milagrosamente con el alimento de
la Inmaculada Hostia a la Bienaventurada Imelda la recibisteis
en el cielo, concedednos por su intercesión acercarnos
a la sagrada Mesa con el mismo ardor de caridad que ella, de
tal manera que ansiemos separarnos del cuerpo para unirnos a
Vos, que vivís y reináis con el Padre y el Espíritu
Santo por los siglos de los siglos. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario