1.º GLORIOSO San José, Esposo
purísimo de María Santísima! A la manera que fue grande la angustia y el
dolor de vuestro corazón en la duda de abandonar a vuestra purísima Esposa,
así fue inexplicable la alegría cuando os fue revelado por el Ángel el
Misterio soberano de la Redención.
Por este dolor y
gozo os rogamos nos consoléis en las angustias de nuestra última hora y nos
concedáis una santa muerte, después de haber vivido una vida semejante a la
vuestra en medio de Jesús y de María. Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
2.° ¡Felicísimo Patriarca San
José elegido para cumplir los oficios de Padre cerca del Verbo Humanado! Grande
fue vuestro dolor al ver nacido a Jesús en tan
extremada pobreza, el cual súbitamente se trocó en júbilo celestial al oír las
angélicas armonías y contemplar el resplandor de tan luminosa noche.
Por este dolor y
gozo os suplicamos nos alcancéis la gracia de que, después de haber seguido
vuestro camino aquí en la tierra, podamos oír las armonías angelicales y gozar
de la vista de la gloria celestial. Padrenuestro, Avemaria, y Gloría.
3.° íGlorioso San José,
ejecutor obedientísimo de la Ley de Dios! La Sangre preciosísima que en la
Circuncisión derramó el divino Redentor os traspasó el corazón; pero el Nombre
de Jesús, que le fue impuesto, lo llenó de consuelo.
Por este dolor y
gozo os rogamos
que nos obtengáis la gracia de que, quitado de nuestro corazón todo vicio en la
vida, tengamos la dicha de morir en el Santísimo Nombre de Jesús en los labios
y en el corazón. Padrenuestro,
Avemaria y Gloria.
4.° ¡Fidelísimo San José que tan
gran parte tuvisteis en los misterios de nuestra Redención! grande dolor
sentisteis al saber por la profecía de San Simeón que Jesús y María estaban
destinados a padecer; mas este dolor se convirtió en gozo al saber que los
padecimientos de Jesús y María habían de ser ocasión de la salvación de innumerables
almas.
Por este dolor y
gozo os rogamos que seamos del número de aquellos que, por los méritos de Jesús
y de María, han de resucitar gloriosamente. Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
5.° ¡Vigilantísimo San José,
Custodio y familiar íntimo del Hijo de Dios encarnado! Cuan grande fue vuestro
sufrimiento para alimentar y servir al Hijo del Altísimo, sobre todo en la
huida a Egipto, otro tanto fue grande vuestro contento y
alegría, de tener siempre en vuestra compañía al mismo Dios y ver cómo caían
en tierra los ídolos de los egipcios.
Por este dolor y
gozo os rogamos que nos alcancéis la gracia de que, teniendo lejos de nosotros
al tirano infernal, mediante la huida de las ocasiones, caiga de nuestro
corazón todo ídolo de terrenas aficiones, y, ocupados totalmente en el servicio
de Jesús y de María, vivamos solamente por ellos y tengamos una
muerte feliz.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
6.° ¡Oh ángel de la tierra, glorioso San José, que visteis
con admiración sujeto a vuestras órdenes al Rey del Cielo! si fue turbada
vuestra satisfacción al regresar de Egipto por el miedo de Arquelao, al ser asegurado
por el Ángel, vivisteis tranquilo con Jesús y María en Nazaret.
Por este dolor y
gozo alcamadnos la gracia de vernos libres de temores nocivos, gozando de la paz
de conciencia, vivamos seguros con Jesús y María y muramos en su compañía. Padrenuestro,
Avemaria y Gloria.
7.° ¡Oh glorioso San José, ejemplar de toda santidad! Grande fue
vuestro dolor al perder sin culpa al Niño Jesús, debiendo buscarle con gran
pena por espacio de tres días; pero mayor fue vuestro gozo cuando al cabo de
ellos lo hallasteis en el templo en medio de los Doctores.
Por este dolor y
gozo os suplicamos nos alcancéis la gracia de no perder jamás a Jesús por el
pecado mortal; mas si, desgraciadamente,
lo perdiésemos, que lo busquemos con gran dolor para vivir siempre en
su amistad hasta que con Vos logremos gozar de El en la gloria y cantar allí
eternamente sus divinas misericordias.
Padrenuestro, Avemaria y
Gloria.
Antífona
El mismo Jesús, al
comenzar los treinta años de su edad, era tenido por hijo de José.
V. Rogad por nosotros, San José.
R. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
Oración
Oh Dios, que en
vuestra inefable providencia os dignasteis elegir al bienaventurado San José
para Esposo de vuestra Santísima Madre!, os pedimos nos concedáis que, pues le
honramos como protector nuestro en la tierra, merezcamos
tenerle por intercesor en los cielos, donde vivís y reináis por los siglos de
los siglos. Amén.
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