La catequesis de hoy está dedicada a la diferencia y a la
complementariedad entre el hombre y la mujer. El libro del Génesis
insiste en que ambos son imagen y semejanza de Dios. No sólo el hombre
por su parte, no sólo la mujer por su parte, sino también la pareja. La
diferencia entre ellos no es para competir o para dominar, sino para que
se dé esa reciprocidad necesaria para la comunión y para la generación,
a imagen y semejanza de Dios. En esta complementariedad está basada la
unión matrimonial y familiar para toda la vida, sostenida por la gracia
de Dios. El ser humano está hecho para la escucha y la ayuda mutua.
Para superar las dificultades de esta unión, me gustaría indicar dos
puntos que nos comprometen con urgencia: Tenemos que hacer mucho más en
favor de la mujer. Primer punto. No sólo para que sea más reconocida,
sino para que su voz tenga un peso real, una autoridad efectiva en la
sociedad y en la Iglesia. Segundo punto: Me pregunto si la crisis de fe
en el Padre no estará también relacionada con la crisis de la alianza
entre el hombre y la mujer. De aquí nace la responsabilidad de la
Iglesia y de todos los creyentes de redescubrir la belleza del diseño
creador de Dios, que impone también su imagen en el vínculo del hombre y
la mujer.
AUDIENCIA GENERAL DEL PAPA FRANCISCO, 15 de abril de 2015.
No hay comentarios:
Publicar un comentario