Durante una hora particular de adoración, a Sor Faustina se le
concedió una visión de lo que significaba ser “alma víctima”. Todo lo que ella
tendría que sufrir pasó por sus ojos: falsas acusaciones, la pérdida del buen
nombre, y mucho más. Cuando la visión terminó, un sudor frío bañó su frente.
Jesús le hizo saber que aun cuando ella no diere su consentimiento a esto, ella
se salvaría y Él no disminuiría Sus gracias y seguiría manteniendo una relación
tan íntima con ella. Aunque no consintiera realizar este sacrificio. La
generosidad de Dios no disminuiría para nada. Ella estaba consciente que todo
el misterio dependía de ella, con su libre consentimiento al sacrificio, en
completo uso de sus facultades. Luego escribió lo siguiente en su diario:
“De repente, cuando había consentido hacer el sacrificio con todo mi
corazón y todo mi entendimiento, la presencia de Dios me cubrió. Mi alma estuvo
inmersa en Dios y se inundó con tal alegría que no puedo poner por escrito aún
la parte más pequeña de esta experiencia. Sentí que Su Majestad me envolvía. Me
encontré fundida con Dios. Me di cuenta que Dios estaba satisfecho conmigo, y
recíprocamente, mi espíritu se ahogó en Él. Consciente de esta unión con Dios,
me sentí especialmente amada, y a cambio, yo amaba con toda mi alma. Un gran
misterio tuvo lugar durante esta adoración. Un misterio entre el Señor y yo. Me
parecía que me moriría de amor a la vista de su mirada.
Hablé mucho con el Señor, sin pronunciar palabra. Y el Señor me
dijo: “Tú eres el deleite de Mi corazón;
de hoy en adelante, cada uno de tus actos, cualquier cosa que hagas, aún los
más pequeños, serán un deleite para Mis ojos”. En ese momento me sentí
consagrada. Mi cuerpo humano era el mismo, pero mi alma era diferente. Dios
estaba viviendo en ella con Su total deleite. Esto no era un sentimiento, sino
una realidad. Un gran misterio había sido realizado entre Dios y yo”. (ver
136-137)
Inmediatamente,
luego de abandonar la capilla, Sor Faustina experimentó un gran sufrimiento y
humillación de cierta persona. Desde entonces, todos sus pasos y sus palabras
eran analizadas. Hasta la directora estaba sorprendida de todo lo que tenía que
soportar. “Pero yo”, Sor Faustina escribió, “Me regocijo en esto en las
profundidades de mi alma y he estado lista para esto desde hace mucho tiempo...
Veo ahora que un alma no puede hacer mucho por sí sola, pero con Dios puede
hacer todo. Todo con la gracia de Dios”.
BIOGRAFÍA DE SOR FAUSTINA
(Apóstol de la Divina Misericordia)
Por:
Hermana Sophia Michalenko
C.M.G.T.
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