La Hora de Guardia es el acto más útil y más precioso; es estar de
corazón a Corazón con Jesús durante una hora; es el rayo de sol que
arroja la luz a través del crisol oscuro y frío de nuestras acciones
ordinarias.
Es también el acto más fácil: Puedes acompañar a Jesús y permanecer allí una hora; la madre de familia puede quedarse en su hogar; la obrera en su trabajo; el empleado en su despacho; el labrador en su campo... y la Hora de Guardia se hace a pesar de todo; y el recuerdo y el amor del Sagrado Corazón viene a santificar todas las formas de la actividad humana.
Para hacerla, cada uno puede seguir su atractivo especial; sin embargo se recomiendan algunos actos para no andar divagando; bueno será acostumbrarse al método siguiente:
Constituirse en el Sagrado Corazón, trasladándose en espíritu muy cerca del Sagrario, en donde se encuentra Nuestro Señor real y sustancialmente presente por amor a nosotros. Pero también pode-mos recogernos interiormente y contemplar allí a Jesús; pues si estamos en estado de gracia, este buen Salvador habita en nosotros. Santa Teresa decía que no había llegado a hacer verdaderamente oración hasta el día en que hubo aprendido a conversar con Nuestro Señor dentro de su corazón.
Es también el acto más fácil: Puedes acompañar a Jesús y permanecer allí una hora; la madre de familia puede quedarse en su hogar; la obrera en su trabajo; el empleado en su despacho; el labrador en su campo... y la Hora de Guardia se hace a pesar de todo; y el recuerdo y el amor del Sagrado Corazón viene a santificar todas las formas de la actividad humana.
Para hacerla, cada uno puede seguir su atractivo especial; sin embargo se recomiendan algunos actos para no andar divagando; bueno será acostumbrarse al método siguiente:
Constituirse en el Sagrado Corazón, trasladándose en espíritu muy cerca del Sagrario, en donde se encuentra Nuestro Señor real y sustancialmente presente por amor a nosotros. Pero también pode-mos recogernos interiormente y contemplar allí a Jesús; pues si estamos en estado de gracia, este buen Salvador habita en nosotros. Santa Teresa decía que no había llegado a hacer verdaderamente oración hasta el día en que hubo aprendido a conversar con Nuestro Señor dentro de su corazón.
Recitar, a ser posible, la oración del ofrecimiento de la Hora, al menos unirse interiormente a los pensamientos y afectos que encierra.
Durante la Hora de Guardia, hacer frecuentes actos interiores de amor, de unión a los sufrimientos del Corazón de Jesús, de adoración, de reparación sobre todo, pues éste es el principal objeto de la Guardia de Honor; inspirarse en los sentimientos de la Oración reparadora, repetir de vez en cuando algunas breves invocaciones al Sagrado Corazón.
Hacia fines de la Hora, formar resoluciones prácticas para el resto del día, fijándolas en la voluntad y pidiendo el socorro de la gracia de Dios para cumplirlas.
Terminar rezando un Padre Nuestro y Ave María por las intenciones del Soberano Pontífice, para obtener la indulgencia concedida a la Hora de Guardia.