No es muy llamativo hablar de conversión porque "ya nos creemos convertidos a Dios". Y por otra parte, al hablar de conversión pensamos institivamente en algo penoso, trite, unido a la penitencia y al sacrificio.
Y esto no resulta demasiado atractivo en el mundo de hoy.
Pero el mensaje de Jesús es una invitación a cambiar nuestros corazones y aprender a vivir de una manera más humana. Esto es convertirse.
El convertirse es ponerse a disposición de Dios como San Pablo lo hizo cuando dijo: ¡Qué quieres que haga, Señor!
Por eso, convertirse es algo alegre y gozoso porque es liberador de muchas ataduras esclavizantes; es dejar abierta la puerta del corazón a Dios.
Convertirse es limpiar nuestra mente de egoísmo e intereses que empequeñecen nuestro vivir de cada día.
Convertirse es liberar el corazón de angustias y complicaciones creadas por nuestro afán de cosas y de satisfacciones.
Por eso, al escuchar la llamada de Jesús que nos dice: "Convertíos, porque está cerca el Reino de Dios", pensemos que nunca es tarde para hacerlo porque nunca es tarde para dejarse perdonar y dejarse renovar por Dios.
Estamos llamados a amar al mundo. Y tanto amó Dios al mundo que le dio a Jesús (Jn 3,16). Hoy, ama tanto al mundo, que nos da el mundo a tí y a mí, para que seamos su amor, su compasión, su presencia a través de una vida de oración, de sacrificio, de abandono. La respuesta que Dios espera de tí es que llegas a ser contemplativo, que seas contemplativo.
Cojámosle la palabra a Jesús y seamos contemplativos en el corazón del mundo, porque, si tenemos fe, estamos perpetuamente en su presencia.
El alma a través de la contemplación, saca directamente del corazón de Dios las gracias.
Nuestras existencias deber estar unidas a Cristo que nos habita. Si no vivimoes en la presencia de Dios, no podemos perseverar.
¿Qué es la contemplación? Vivir la vida de Jesús. Es así como yo la comprendo. Amar a Jesús, vivir la nuestra en el seno de la suya... La contemplación no es encerrarse en una cabina oscura. Deja que sea Jesús quien viva su Pasión, su amor, su humildad en nosotros, que ore con nosotros, que esté con nosotros, y santifique a través nuestro.
Nuestra vida y nuestra contemplación son una misma cosa. No se trata de hacer sino de ser. De hecho se trata del gozo pleno de nuestro espíritu por el Espíritu Santo que insufla en nosotros la plenitud de Dios y nos envía a toda la creación como su personal mensaje de amor (Mc 16,15).
Beata Teresa de Calcula (1910-1997) fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario