martes, 12 de agosto de 2014

EL VALOR DE LA ORACIÓN



"Me hallaba en un espacio inmenso y luminoso, y a medida que me fijaba en el horizonte, aquel espacio se dilataba más y más. Me fue mostrado el valor de las diferentes oraciones en la presencia de Dios. Todas ellas estaban señaladas en grandes tablas blancas y parecían divididas en cuatro clases. Unas oraciones habían sido escritas con magníficos caracteres de oro; oras con letras de color de plata; otras con letras oscuras, y las últimas negras: estas habían sido luego borradas con una raya. Todo lo miraba yo con alegría; pero temiendo no ser digna de entender el significado, apenas me atrevía a preguntárselo a mi guía.

"Lo que está señalado con letras de oro", me dijo, "es la oración de aquellos que tienen intención de hacer sus obras buenas en unidad con los méritos de Jesucristo, renovando con frecuencia esta intención; los cuales están prontos también a obedecer sus mandamientos y a imitar sus ejemplos. Lo que está señalado con letras de plata, es la oración de los que no piensan unir sus obras con los méritos de Cristo, pero son piadosos y oran con sencillez de corazón. Lo escrito con letras oscuras, es la oración de aquellos que aunque no están tranquilos si no se confiesan y comulgan con frecuencia y rezan todos los días ciertas oraciones, sin embargo, son tibios y hacen sus obras solo por costumbre. Finalmente, lo escrito con letras negras y luego borrado, es la oración de aquellos que ponen toda su confianza en las oraciones vocales y en las buenas obras que creen practicar; pero no cumplen los mandamientos, ni hacen violencia a sus pasiones desordenadas. Esta oración no tiene valor alguno en presencia de Dios; por eso está borrada. De la misma manera están borradas las buenas obras de aquellos que se afanan mucho en hacer el bien, pero solo tienen presente, al hacerlo, su propia honra y provecho temporal."

Revelaciones y visiones de la Beata Ana Catalina Emmerick (1774-1824)

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